¡Pues claro que el incendio es en la misma zona, tolete!
La isla no es solo un concepto geográfico, es una manera de mirar el mundo. La desgracia que se ha cernido sobre Gran Canaria, en forma de lenguas de fuego, hace que seamos conscientes de la impotencia que produce sentirse a la deriva en medio del océano. Lo sentimos al ver que los medios nacionales de comunicación meten la pata una y otra vez, cuando insisten en llamar Tejada a Tejeda o informan que el nuevo incendio se produce en la misma zona que el anterior. ¡Pues claro que es en la misma zona, tolete! Esto no es Australia, habitamos un territorio de 1.500 kilómetros cuadrados y esa pequeñez hace que todo se produzca en la misma zona. Esto no es un continente, en el que puede haber un incendio en Cádiz y otros en Castellón o Lugo. Nuestro territorio tiene la misma extensión que la provincia de Guipúzcoa y hoy como nunca somos conscientes de su pequeñez y su lejanía.
La peculiaridad de nuestro territorio es obvia, como enclave de la Macaronesia con unas riquezas naturales únicas. Pero es que su brevedad le otorga mayor valor, porque todo eso que nos hace distintos es escaso por falta de espacio. También le ocurre al resto del archipiélago y a las demás islas de esta zona atlántica. Hay especies autóctonas de flora y fauna comunes, pero hay otras que no están en todas las islas, y a veces perviven en una sola. Esta singularidad es la que hace especial a Canarias, aparte del patrimonio geológico y arqueológico que convierten a cada uno de sus territorios en un elemento muy especial para todo el planeta, y por supuesto para nosotros.
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