Carlos Ramos, el poeta rescatado

Hoy, en el suplemento cultural Pleamar del periódico Canarias7, se ha publicado un especial dedicado al desaparecido poeta Carlos Ramos, con un artículo del poeta Javier Cabrera y otro del titular de este blog, una muestra de poemas de Carlos Ramos y una ilustración realizada para ello del artista Asmir Pozderovic «Asko».

Carlos Ramos, el poeta rescatado

 

Por Emilio González Déniz

Libro de Carlos Ramos.jpg
Salvo sus amigos más cercanos y un reducido círculo alrededor de estos sabe de Carlos Ramos, un poeta que nació en Telde (Gran Canaria) en 1957 y desapareció por voluntad propia en 1979. Pasó por la vida como un relámpago, pero dejó la huella profunda de su talento. Su actividad literaria abarca los últimos cinco años de su vida (1974-1979). Su partida dejó a sus amigos perplejos y confundidos; conocían el enorme talento natural del poeta y desde entonces trataron de recuperar esa obra manuscrita dispersa e inédita, en manos de unos y de otros. Poco publicó en vida, aparte de algunas cosas en revistas y suplementos (varios poemas en la revista Ajoblanco, entonces de gran incidencia literaria en toda España), y algún texto dramático representado por grupos teatrales que entonces trataban de encender una llama después de la larga noche de la dictadura. Desde entonces, hubo varios intentos para dar a conocer su obra, pero nunca llegaron a cristalizar.
Por fin, sus amigos lo han conseguido, antes de que papeles volanderos aquí y allá fueran diluidos por el tiempo, el extravío o el olvido. La mayor parte del trabajo ha recaído en los artistas plásticos, escritores y amigos Alfonso Crujera, José Medina Hernández, Agustín Hernández, Ángel Sánchez y Javier Cabrera, pero han sido muchas las personas que han puesto su empeño, desde el intercambio de fotocopias al paso al teclado de lo que estaba manuscrito. Patronos y colaboradores han hecho posible que se reúna la obra del poeta en la colección Biblioteca Carlos Ramos, que sale bajo el sello de Ediciones OK en cinco tomos desde ahora a 2019.
Es muy evidente que la recuperación de la memoria del poeta es la hermosísima historia de una amistad indeleble de un grupo de artistas en distintas materias, pero sobre todo es un ejemplo de la necesidad de dar a conocer un legado literario importante. Como dice Ángel Sánchez en el prólogo, nunca sabremos cuál habría sido la trayectoria literaria de un autor que murió a los 22 años y dejó una obra importante y muy personal. Quién sabe si se habría proyectado muy arriba con una obra in crescendo, se habría convertido en uno más de los que formaron la Generación del Silencio, o incluso si ese silencio habría apagado su luz definitivamente como ha ocurrido con otras voces que no aguantaron la dura travesía del desierto. También es verdad que ninguna de esas brasas convertidas en cenizas fue tan tempranera y tan luminosa como la del malogrado poeta teldense.
Lo que sí sabemos es que Carlos Ramos tiene hoy un lugar en nuestra historia literaria, y es una novedad leer ahora por primera vez poemas que llevan cuarenta años a la espera de ser alumbrados. Y la impresión de esa lectura es la de que estamos ante un poeta que permanece, que no es una curiosidad arqueológica, sino un poeta vivo, actual, eterno.
Consta este primer tomo de la Biblioteca Carlos Ramos de un poemario, O la luz tiene huellas en su frente, de dos opúsculos con vida propia, Dejad que los muertos entierren a sus muertos y Poems for descargas, y de dos pequeñas colecciones de poemas. La injusticia, el dolor y lo eterno sobrevuelan todas las páginas de este libro, con la voz firme del poeta que indaga en lo ignoto, lo oculto, y que habiendo acumulado un miedo pavoroso a lo desconocido, acaba perdiendo toda prevención para desafiar ese miedo hasta anularlo. Sus versos son infatigables surtidores de imágenes polisémicas que nos muestran varias dimensiones del mundo.
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Carlos Ramos. Su poesía a día de hoy

 

Por Javier Cabrera

La selección de poemas que aparece en esta página es una pequeña muestra de la obra poética que Carlos Ramos produjo entre los años 1974 y 1979, periodo de máxima actividad creativa hasta el año de su fallecimiento, con apenas 22 años. Estos poemas en concreto datan del año 1976. Hablamos entonces de un poeta que, nacido en 1957, cuenta en ese momento con sólo 19 años. Sorprende, así, la concentración de imágenes en sus versos, la unidad de criterio en su concepción lírica y la madurez en un sostenimiento continuado del pensamiento. La suya fue una poesía de orden vital, con características tales que la hicieron pivotar entre el experimentalismo de la época -cierta asunción de Paul Celan-, la actitud desaforada de Alejandra Pizarnik -poeta de cabecera en más que contadas ocasiones- y cierta constancia de los últimos ramalazos de la condición surreal, rayando a veces, por qué no explicitarlo, en una deriva que le empataría -como vislumbra el poeta y ensayista Ángel Sánchez- con la radicalidad lúdica de cierto Artur Rimbaud. Pasemos, entonces, a leer esa muestra.
Es, Carlos Ramos, indiscutiblemente, un poeta de su tiempo, tanto que, tras casi cuarenta años de permanecer su obra ajena a una lectura consciente, al retomarla, caemos en la cuenta de dicha premisa apenas avanzamos en la lectura de sus versos. Viene esto a decir, y confirmar, que su obra goza de la actualidad más inmediata de una escritura puesta al día. Nos produce satisfactoria alegría que su poesía parece haber sido escrita apenas días antes de ser leída a día de hoy. Lo que viene a concluir que su obra, tras esos casi cuarenta años desde su muerte, está tan al día que pregona entre sus líneas la actualidad más cenital.
Los poemas aquí reproducidos pertenecen al Primer Tomo de una selección de su obra que abarcará 5 libros y que se editarán bajo el titular genérico de Biblioteca Carlos Ramos.

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CR-Ilustracion de Asmir Pozderovic (ASKO).JPG

Poemas
-1-
V
La palmera bañada de viento
recogió su figura hasta quedar en
un otoño blanco:
quemar la forma en vida fugaz
que se cuelga
columpiándose en las barbas negras
de los antepasados no gloriosos.
-17-
Estoy a punto de estallar en el lenguaje del silencio
a desgajarme entre el espacio separado de los dos
yo
yo
Presiento que cuando te encuentre encontraré la muerte
Presiento que cuando te encuentre encontraré la vida
Encontraré el secreto de tu búsqueda entre el respiro de la arena
y entre los huracanes
del silencio cuando estalle entre las vidas
y rompa la costumbre de los tiempos al ruido de mil ojos
Reprendo mis acciones y acabo hecho pedazos por
el fuego, que me entierra en el viento para no pararme en el camino
encerado que conduce hasta el silencio
abierto por las gotas del rocío
Me dejo llevar hacia la noche
En el rito de amor desconectado por la luz
en el baile de la hoguera resaltada
(Del libro O la luz tiene las huellas en su frente, 1976)
En el panteón familiar
Resopla el viento
Como si quisiese
Recordarnos
Las tardes que pasamos
con las manos unidas
y los ojos sangrando metal
Ahora se nos quedó la palidez
entre los labios
y dejamos los úteros vacíos
Con el elixir del resorte
que zozobra por el polen
mancha a los hombres
Que en las esquinas
Rompen a llorar guijarros
Como tiernos
Alelíes de cristal
y se desembocan
como caballos
de plástico
Entre la humareda de los autos.
Con los rostros pintados por las aceras
Te fuiste y me quedaron las lágrimas
En el pensamiento
Rizos de metal
Rizos de acero que
me ruborizaron la noche
erecta por la luna
(Del libro Poems for descargas, 1976)

 

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