Me pregunto si quienes tienen la capacidad de impulsar grandes cambios desde el poder son sordos, torpes por no hacer lo que debieran o mala gente porque saben cómo actuar pero no lo hacen seguramente pensando en su propio beneficio. Lo que ahora está pasando en el sector turístico se veía venir desde hace años, cualquiera que no fuese político o gran empresario lo palpaba, pero, como parecía que aquello nunca iba a terminar, nadie movió un dedo en Canarias y tampoco en Madrid. Prueba de ello es este pequeño comentario que publiqué en la página 2 de Canarias7 en septiembre de hace 22 años. Como la mía, había muchas voces que se hacían eco de los argumentos esgrimidos por quienes conocían el sector pero no podían hacer nada para cambiar el rumbo. Para no revolver las hemerotecas, el comentario se titulaba Turismo barato y decía así:
«Aunque las cifras turísticas son buenas, la gente que se mueve alrededor de este sector está descontenta. Es cierto que los hoteles se llenan, que los edificios de apartamentos tienen buena ocupación y que las playas están repletas. Pero hay quejas de que se está malbaratando el sol de Canarias, pues los precios de ocupación son bajísimos y el turismo no tiene la calidad deseada. Quienes peor lo están pasando son los establecimientos no hoteleros, restaurantes, cafeterías, discotecas, tiendas de centros comerciales y todo el entramado de servicios que tanto cuesta mantener. Los turistas no consumen, no compran, y se pasan los días que a tan bajo precio compraron a base de bocadillos y botellas de agua sin gas. La pequeña y mediana empresa que tan vigorosa fue hace unos años en el sector turístico está en la cuerda floja, y eso es malo. Esto es lo que hay, y como me lo contaron se lo cuento, señor Olarte».
Se menciona a Olarte porque en 1995 era el político engargado del sector turístico en el Gobierno de Canarias, pero en su lugar hay una hilera de reponsables que en su momento no respondieron. Al contrario; amparados en los pactos primero con Aznar y luego con Zapatero siguieron avanzando en el desmadre, con ideas tan disparatadas como el «todo incluido», que se llevó por delante buena parte de la actividad extrahotelera que se generaba entonces. Como al de La bien pagá, «ná te debo, ná me debes» (uso la ironía para solidarizarme con Las Kellys), pero aquí hay mucha gente que ha comulgado con piedras de molino y a la que seguramente nadie pedirá explicaciones, pero que han traspasado la fina línea que separa responsable de culpable.
(*) La foto ha sido tomada de la página web de Las Kellys, ingenioso nombre que significa «Las que limpian».
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