Entrar en las complejidades de Cataluña sería seguir hablando en balde, y ahora mismo sobra el ruido cansino y patriotero desde cualquier punto de vista. Se mira hacia atrás continuamente, que si tú hiciste, que si tú dijiste y es una discusión bizantina y enconada. La cosa es que estamos en el punto que estamos y esta es la hora de la gran política y de las figuras que hagan lo imposible mirando el interés general, expresión que cobija un gran concepto, pero que generalmente se usa pensando en intereses particulares, partidarios y de otros propósitos menos confesables pero muy evidentes.
Dicho esto, señor Rajoy y la compaña, trato de ponerme en su lugar y entiendo que, desde su perspectiva trate de hacer todo lo posible para que se cumpla el artículo 2 de la Constitución, el de la unidad indisoluble (el adjetivo tiene mangrina) de España; para ello, usted echa mano de jueces, fiscales, fuerzas de seguridad y hasta del Tribunal Constitucional, y sobrevuela la posible aplicación del artículo 155, ese que podría permitirle suspender competencias a instituciones y personas de una comunidad autónoma, que es la música (no la letra) del acuerdo del Consejo de Ministros del día 15 de septiembre. Vale, ya he hecho el esfuerzo, estoy en su lugar.
Y, mire, señor Rajoy; puesto que le mueve un ataque febril de constitucionalismo, los derechos de todos los españoles y otras músicas, digo yo que, ya que está por fin decidido a defender la sacrosanta Constitución, de paso podría mirar alguna cosilla que se le ha ido quedando atrás; por ejemplo:
Echar un vistazo al artículo 14 y ver que se incumple gravemente en asuntos de igualdad de sexos, mientras se recortan las prestaciones, ayudas y prevenciones necesarias para erradicar la violencia machista.
Lo del sistema tributario justo, que está en el artículo 31 tampoco le está quedando muy bien, y es asombroso cómo en tiempos de crisis crece el número de pobres y también el de millonarios. Hay alguna palabra que no se ha entendido bien y tal vez haya que mirarla en el diccionario de la RAE (¿progresividad tal vez?)
Habría que defender con uñas y dientes la aplicación del artículo 35, que es el que habla del derecho al trabajo, a una remuneración suficiente y a la no discriminación laboral por razón de sexo, que veo yo que ha quedado en el olvido y es la base del bienestar social basado en la justicia.
Para no cansarle, Presidente, digo yo que defender la Constitución es aplicar el artículo 43, que se refiere a la sanidad, detener y recuperar el deterioro del sistema nacional de salud y proteger la sanidad pública evitando las privatizaciones que están haciendo de la salud un negocio muy lucrativo; o el artículo 47, que habla del derecho a una vivienda digna y adecuada; o el 50, que trata de la protección a las personas mayores y dependientes; o el control del consumo para que no nos vendan productos nocivos; o… Bueno, es que esa sacralizada Carta Magna (parece un nombre de coñac) se la han pasado por el Arco del Triunfo usted y sus antecesores, y ya que está dispuesto a aplicarla, hágalo en toda su extensión, porque salvo para declaraciones grandilocuentes, la Constitución de 1978 suele ser papel mojado.
Ya sé, señor Rajoy, que es mucho lo que queda por hacer, pero en eso consiste gobernar, no en esperar a verlas venir. Y, mire usted por dónde, ya han venido, están encima.
Y, claro, lo de Cataluña. Buen otoño.
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