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Canción mallorquina

Mallorquina1.JPGMe han contado que en Mallorca
se ha dictado una sentencia,
que es adagio, dicho y fallo,
que macula la inocencia.
Será pensamiento o laudo,
moraleja o penitencia,
aforismo, pena, frase,
resolución o exigencia.
De sanciones hablan unos,
otros demandan prudencia,
y de arbitrios y escarmientos
exponen su preferencia.
¡Castigo, cárcel, condena,
que no haya condescendencia!
Contra los que ven justicia
y piden benevolencia.
Decisión o veredicto,
orden, proverbio, ocurrencia,
refrán, axioma, decreto,
que haya o que no indulgencia.
Dictamen de carajillos,
aquí nunca hay coincidencia,
¡Ay Antoñito Machado,
qué gran verdad tu advertencia!

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Valentina, mi guitarra

Este texto lo publiqué hace 8 años, y como todo lo permanente, sigue valiendo hoy:
Fotos prueba tr5.JPG«En mi casa hay una guitarra que no es mía, aunque la considero mi guitarra. Fue un regalo que hice un 14 de febrero, y mira por donde, al final he sido yo quien más ha disfrutado de su compañía. Y es que siempre he visto en esa guitarra una metáfora del amor, algo que regalas y que finalmente te vuelve en razón del ciento por uno.
Sobre el amor han escrito mucho y han cantado más, pero yo creo que no hay poema de amor más hermoso que el simple sonido que sale de una guitarra que amas y que pulsas con todo lo mucho o lo poco que sabes. Esas notas sublimes o torpes son una respuesta a tus caricias. Eso lo sabían Alfredo Zitarrosa, Jimmy Hendrix, Atahualpa Yupanqui o Paco de Lucía. Y es que las guitarras son un misterio, y no porque tengan forma de mujer, sino porque son bellas, y la belleza siempre es misteriosa.
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La naturaleza del escorpión

Con muchos matices, se suele sentenciar que el desconocimiento de la historia nos condena a repetirla. Y debe ser verdad, porque la frase se le atribuye al británico Winston Churchill, al argentino Nicolás Avellaneda, al español Jorge Santayana y a no sé cuántos más nombres de relumbrón, y su recorrido se remonta 2.500 años, pues hoy he oído que fue Confucio el primero en decirlo (deducimos que en chino). Creo recordar que alguna vez han colocado la frase a Dante, a Goethe y, por supuesto, al hidalgo don Quijote, a quien le han adjudicado unas cuantas majaderías que, por mucho que busques en los dos tomos de sus andanzas, nunca encontrarás, porque es muy socorrido apoyarse en el personaje cervantino, y a alguien con lustre se le debió ocurrir alguna vez poner en su boca aquello de «ladran, luego cabalgamos»,aaDSCN3746.JPG y ya se repite sin saber que Cervantes nunca escribió tal cosa. No nos dicen quién ladra si no es perro, y desde luego don Quijote no pudo cabalgar a lomos de un jamelgo tan perjudicado como Rocinante, que, como mucho, iría al trote cochinero porque no daba para más y porque, en caso de poder alguna vez, habría dejado muy atrás al pobre burro, que tampoco se llama Rucio, sino que Sancho lo nombra como «el rucio» al referirse a él por el color de su pelaje. Lo de repetir la historia también lo he escuchado en un latín «muy creativo», y atribuido al mismísimo Marco Tulio Cicerón. Continuar leyendo «La naturaleza del escorpión»