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Esto es la vida real

El problema no es que a Zutanito lo hayan cesado de un cargo en el Congreso, sino que hay gente que muere porque contra la pobreza energética solo hay palabras, no hechos.
El problema no es que los ministros sean del mismo bando dentro del partido gobernante, sino que al nuevo gobierno no se le ha visto la más mínima señal de que quiera de verdad gobernar para todos. Al contrario.

Foto fija ffbb.JPGEl problema no es que estén haciendo juegos malabares con el futuro de la LOMCE, sino que, argumentando una falsa propuesta de libertad de elección, cada vez haya más dinero para la enseñanza privada y menos para la pública.

El problema no es que este o aquel partido tengan crisis, conflictos encubiertos sobre la sucesión o debates inacabables para conseguir el liderazgo, sino qué hacen realmente por la ciudadanía (aparte de cansarnos con sus cantinelas reiterativas) esos responsables políticos que se desgañitan en los medios a todas horas, como si fueran predicadores del país de Nunca Jamás.
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Democracia, caciquismo y justicia

Cabecilla, dueño, caudillo, jefe, micado, abusón, señor, autoritario, soberano, cabeza, ayatolah, tirano, déspota, dominador, oligarca, triturador, amo, quebrantador, violador, explotador, mentor, atemorizador, abatatador, humillador, prevaricador, amedrentador, avasallador, arbitrario, azotador, esclavizador, Foto0411zzz.JPGmandamás, subyugador, caporal, poseedor, preboste, capitoste, mandón, autócrata, sojuzgador, iluminado, absolutista, artero, sátrapa, propietario, dictador, curaca, terrateniente, gamonal, opresor, padrecito…
Son cincuenta maneras de llamar al cacique que es dueño de la hacienda o del trabajo de otros y se cree también dueño de sus cuerpos y sus almas, incluso de sus vidas. Las he escrito recordando pasajes que he leído en nuestra lengua, y estoy seguro de que hay otras tantas palabras, nacidas de la miseria y el miedo. Demasiadas palabras para nombrar la injusticia. Continuar leyendo «Democracia, caciquismo y justicia»

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Leonard Cohen se va en otoño


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Hoy es un día gris, medio lluvioso, plano. Es de esos días de otoño que me recuerdan a otros tiempos en los que en el plato Lenco de mi equipo de música sonaba la hiponótica melodía de Suzanne, en la voz y la cadencia indescriptibles de Leonard Cohen, que no era un cantante, ni un poeta, ni un intelectual, era un elemento mágico que desde el principio formó parte de nuestras vidas. Durante décadas ha estado ahí, y seguirá estando, como un Al Pacino sereno pero implacable, trasunto de Lorca en Take this waltz, Cohen, el nuestro, ese que no pasa de moda ni conoce la frontera entra la vida y la muerte. Su cuerpo, por desgracia, sí que la ha cruzado, y lo ha hecho en un día de otoño gris, como la memoria de muchas de sus canciones, que hoy no suenan a Hallelujah. Leonard Cohen esperaba a la muerte sin dramatismo, y hoy se ha mimetizado con las sombras de noviembre, con la memoria de medio siglo, con el arte y la presencia sin final. Buen viaje.