Los cuatro jinetes del Apocalipsis

No creo que haya nada que celebrar, ni siquiera conmemorar, este 18 de julio en el que se cumplen 80 años del comienzo de la guerra civil española, que extendió sus visibles tentáculos hasta 1975 y que en buena medida sigue latente en muchas conductas, situaciones y elementos que se empeñan en que no se apaguen las fuentes del odio. Es que a este paso vamos a cumplir un siglo sin que las heridas cicatricen. En estos días, por razones personales, he visto el resto del mundo desde la neblinosa distancia del cansancio, como una película filmada con vaho y sordina. Hoy saco la cabeza del agua y encuentro a los impresentables dirigentes de los cuatro partidos mayoritarios en el Congreso bailando la misma yenka que se les ha encasquillado desde diciembre. Veo que el Reino Unido se va de de la UE, con los consiguientes ajustes que eso necesita, que en Francia el terror empieza a hacerse dolorosamente cotidiano, que en Turquía están sucediendo hechos que ya no sabemos cómo interpretar, pero que son un elemento más de desequilibrio en el Mediterráneo Oriental, que en Bruselas aprietan las tuercas a España, que…

IMG_30e89.jpgSí, sí, España, ese país que parece una leonera, donde de repente está casi todo por hacer, en el que nadie ve más allá de sus narices y sus egos, y unos por otros y la casa sin barrer. También veo que empieza a sonar por ahí la posibilidad de unas terceras elecciones, y eso ya me desencuaderna. ¿Son tan importantes los liderazgos en el PP, las baronías en el PSOE, los pulsos internos en Podemos, la consolidación de Ciudadanos? Puede que sí, pero desde luego no más importantes que el Estado, que somos todos. Poco importan PP, PSOE, Podemos, Ciudadanos y el Sursum corda si el estado se va al carajo. Se supone que los partidos políticos están al servicio de la democracia y esta al de los ciudadanos, pero los dirigentes políticos siguen con sus discursos, sus ejecutivas y sus machangadas y nos amenazan con nuevas elecciones. Sabemos que la política tiene un componente teatral, pero también debe tener inteligencia y sobre todo generosidad, porque finalmente es un servicio público. Si estos cuatro no generan el gobierno que se necesita -que es su primer servicio- y nos mandan de nuevo a las urnas, en lugar de dirigentes de partidos serán tan destructivos como los cuatro jinetes del Apocalipsis.

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