Peces, caminos, sal, memoria, el mar.
Playas de Lampedusa, Lesbos, Tarifa, Maspalomas.
Luz y abrazos que acogen a fugitivos del odio y el hambre.
En Nigeria, Somalia, Siria, Libia, Darfur, Mali, Pakistán llueve muerte.
Largos caminos que hace siglos fueron rutas de la seda,
la sal, el oro y las especias
son hoy cementerios itinerantes con una muralla de olas.
La muerte y la miseria nacen en espacios asépticos,
en los talleres de tallado de diamantes de Amberes,
en los glamurosos escaparates de Tiffany’s,
en la acristalada City de Londres,
en la voracidad de los nuevos ricos de Rusia y China.
Y en el camino mueren los verdaderos dueños del petróleo,
que buscan en Europa las migajas de la tecnología del coltán.
Hoy cientos de cadáveres en la cirenaica playa de Zuara,
ayer en Creta, siempre en la orilla de la opulencia soñada.
Europa habla con palabras grandes que ya solo tienen un significado:
VERGÜENZA.
El dinero hace hablar a las lenguas hundidas en la mentira,
y ya siguen el discurso de la justificación
hasta quienes ayer sufrieron el mismo destino.
Si Europa deja de ser la esperanza, también será un cadáver.
Playas de Lampedusa, Lesbos, Tarifa, Maspalomas.
Luz y abrazos que acogen a fugitivos del odio y el hambre.
En Nigeria, Somalia, Siria, Libia, Darfur, Mali, Pakistán llueve muerte.
Largos caminos que hace siglos fueron rutas de la seda,
la sal, el oro y las especias
son hoy cementerios itinerantes con una muralla de olas.
La muerte y la miseria nacen en espacios asépticos,
en los talleres de tallado de diamantes de Amberes,
en los glamurosos escaparates de Tiffany’s,
en la acristalada City de Londres,
en la voracidad de los nuevos ricos de Rusia y China.
Y en el camino mueren los verdaderos dueños del petróleo,que buscan en Europa las migajas de la tecnología del coltán.
Hoy cientos de cadáveres en la cirenaica playa de Zuara,
ayer en Creta, siempre en la orilla de la opulencia soñada.
Europa habla con palabras grandes que ya solo tienen un significado:
VERGÜENZA.
El dinero hace hablar a las lenguas hundidas en la mentira,
y ya siguen el discurso de la justificación
hasta quienes ayer sufrieron el mismo destino.
Si Europa deja de ser la esperanza, también será un cadáver.
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