Mientras decido mi voto en la jornada de reflexión (que ya les vale la coherencia ideológica y los sentidos común y práctico a quienes deciden su voto en las últimas 24 horas), pensando- pensando me he dado cuenta de que vamos camino de recuperar la Europa de toda la vida, esa que hemos estado a punto de superar por el empeño de quienes aun siguen tratando de crear un estado supranacional, fuerte, solidario, referente de los derechos y libertades. Ya decía Zitarrosa que un traidor puede con mil valientes, y hacerle el juego al caprichito de un partido que tiene ¡un solo diputado en la Cámara de los Comunes! ha conducido a todo el pueblo británico al Brexit. Eso es una carga de profundidad al proyecto europeo de Monet, Adenauer, Delors y toda esa gente que empezó como el Plan Schuman y la Comunidad del Carbón y el Acero, siguió con el Tratado de Roma, el Mercado Común, y ha llegado a lo que hoy es (o era) la Unión Europea. Por lo visto añoran esa Europa en llamas, y deben andar nostálgicos de una Europa con un conflicto permanente entre Francia y Alemania, con líos de austro-húngaros contra italianos, británicos contra franceses, y serbios, griegos y hasta turcos de por medio. Supongo que califican de espléndidas las guerras de los Cien años, las napoleónicas o la Franco-Prusiana. La de los Treinta Años fue antológica, hubo zonas de Polonia, Alemania y Dinamarca en las que murió TODA la población. Y el siglo XX, ¡una maravilla! Dos guerras magníficas, con involucraciones de otros continentes, con casi todos los estados en el campo de batalla: el Holocausto, Londres ardiendo, Monte Casino destrozado, Alemania arrasada, Rusia en escombros. Esa Europa de toda la vida está en posición, solo falta que el iluminado de turno prenda la mecha. Y ya está, esos listos que se empeñan en no leer historia han vuelto a colocar al Viejo Continente en el punto exacto del que creíamos haber escapado. Pues qué bien. Que les aproveche.
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