Contra la violencia machista

imagen machiiista.JPGNo eres humano, no eres un hombre. Tal vez ni siquiera seas varón, porque exhibes tu dominio fálico como una prebenda y en realidad no significa nada. Hasta hace un tiempo, cada vez que un homicida como tú le quitaba la vida a una mujer, yo me avergonzaba de ser hombre. Pero no me da la gana, eres tú quien no es humano, eres una serpiente, la encarnación de la maldad. Nadie es dueño de nadie. Una mujer te ama, y a veces el amor termina porque sí, no es culpa de nadie, aunque en los asesinos como tú casi siempre al amor lo matan con violencia, humillación y desprecio. Los hijos son tu responsabilidad, porque has hecho que vengan al mundo, pero tampoco son tuyos, son de ellos mismos, y es otro crimen usarlos como arma. Ya, ya sé que es posible que vengas de un ambiente en el que también pegaban a las mujeres. Eso no es excusa, debería ser un acicate para evitar el dolor del que fuiste testigo. Pero tú no, tú eres una alimaña que no piensa. Eres un insignificante ser inhumano, veneno, un criminal que matas el amor, la esperanza, la ilusión y finalmente, cuando ya no queda casi nada, la vida. Me siento orgulloso de ser hombre, y por lo tanto te expulso de mi espacio, porque no eres capaz de valorar que naciste de una mujer, y que tal vez tengas hijas que pueden ser víctimas de otro depredador como tú. Eres menos que nada, te echo de la vida, no mereces ni el aire que respiras. Y los dirigentes que no hagan y apliquen leyes que consigan aislar a sabandijas como tú son cómplices de tanta vergüenza y tanta sangre. Los hombres como yo no te queremos entre nosotros, porque sabemos que todas las personas estamos solas precisamente porque somos libres, y compartimos con quien queremos y hasta cuando queremos. Y se acabó. Vete al planeta de las bestias, a la basura, a la nada. Desgraciado.
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(Ilustración extractada de una foto del periódico El País).

2 opiniones en “Contra la violencia machista”

  1. Creo que las «manifas» y todos los actos públicos no sirven para educar a los maltratadores machistas ni a las feministas que producen maltrato psicológico a su pareja o las que pegan a los hombres y estos no las denuncias por verguenza. Una educación de igualdad es el único sistema de corregir el maltrato que los medios de comunicación airean. Muchas mujeres no denuncian y al paso del tiempo vuelven con la pareja que terminará con su vida. La educación no se aprende en el instituto o en la universidad, se aprende en casa. Ahora la mujer trabaja fuera de casa y no atiende a la prole. Para su dignidad y demostrar que puede mantanerse sin un hombre el trabajo es un arma con el que se pueden defender.Existe el problema, y es culpa de los gobiernos, que la mujer cobra el 17% menos que el hombre. Pero la leganía del hogar puede producir nefastas consecuencias. Conocí, por degracia, el caso de un muchacho de 12 años que se suicidio, pues durante días cuando llegaba a casa no había nadie para contarle sus temores adolescentes. Debe de exitistir un termino para controlar el humor de los que dicen: La mate porque era mía.

  2. La violencia y el odio están en nuestros genes. Nuestro rastro evolutivo está escrito en las capas y secciones del encéfalo, donde se esconden residuos primitivos de fieras, los instintos. Gusanos, reptiles y lobos ocultos en los oscuros y peligrosos sótanos de la mente humana. El hombre es una criatura a mitad de camino entre bestias y dioses; su condición animal no justifica su violencia, no exculpa sus crímenes; su condición racional impone el conocimiento de sus actos, reprueba sus errores y debilidades, condena el carácter evitable de los males que siembra.
    Evitar el mal… ¿podría una educación orientada hacia algo más que la acumulación de información y destrezas erradicar la violencia?, una educación orientada a formar el entendimiento, el pensamiento crítico y libre, orientada hacia el conocimiento de lo humano, de las personas y de uno mismo, encauzar el sentir del hombre (¿no es esta la utilidad de la Cultura?). La violencia nunca será erradicable, pero creo que una buena educación contribuiría a resistir su empuje, podríamos influir en el eterno duelo humano entre instinto y sensatez, porque la sensatez se alimenta y fortalece con buenas enseñanzas… con toda una vida de aprendizaje; el Hombre es la armónica convivencia entre sus emociones naturales y el sueño de la conciencia que emerge sobre su corteza cerebral, el sueño colectivo de la Humanidad, todo lo acumulado y transmitido por nuestra especie en el curso de la Historia, todo lo aprendido, experimentado y anhelado por cada uno de nosotros en el breve lapso de la vida: el sueño de una privilegiada criatura de La Creación que aspira a lo bueno y a lo bello.
    Una educación, como bien dice Ramón, más allá de la escuela, en la familia y en el día a día, y para todas las edades, de niños a viejos, porque el abuso ni descansa ni deja de sorprender.
    Sí, de educación, no es sólo cuestión genética, en nuestra sociedad la violencia es un producto de consumo, una sucia droga para mentes embrutecidas. El machismo es una cuestión de educación, no es una enfermedad, no, es un vicio, fomentado y cultivado, consciente o inconscientemente, en casi todos los ámbitos sociales: en la religión, el cine, la publicidad, el deporte, la moda, la familia… Un vicio de cobardes que pervierte a los monigotes en carcasa de varón, una cobardía, pues el miedo de una insignificante identidad masculina se esconde tras la presunción del machote: el germen ampliamente consentido que mancilla el respeto a la mujer y a su dignidad.
    La Mujer es mucho más que un género o una diferencia, es afecto y veneración; es evocar el origen de todo ser humano, las Santas Madres, los primeros abrazos, besos y caricias, es el principio del amor; es reconocer el cuidado de quienes aman y se entregan sin límites, de quienes piensan más allá de uno mismo. Mujeres son nuestras abuelas, hijas, hermanas, esposas, compañeras, amigas…, quienes dan a cada hombre la dignidad de corresponder como padre, abuelo, hijo, hermano, esposo, compañero o amigo; palabras, todas, que refieren imágenes de seres queridos, de cariño, amor y complicidad, que nos hablan del afecto capaz de justificar toda nuestra existencia, el mayor tesoro de personas, familias y pueblos, ¿cuántos hombres y mujeres, héroes y heroínas, en toda época y lugar, han dado su vida para proteger ese infinito bien que da sentido a la propia vida?, en eso consiste la Hombría, la cualidad de ser Hombre o Mujer, de ser más que una bestia, la responsabilidad y el valor de honrar los más altos principios éticos en los que creemos y de hacer lo posible por cuidar y proteger todo lo que más amamos y más nos ama y espera de nosotros.
    Pues claro que es un orgullo ser Hombre, tanto como ser Mujer, que no reptil, ni macho baboso, ni machango, ni monstruo, ni diablo en el infierno de tantas familias.

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