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Humor, humorismo y acoso

Hablamos de humor al referirnos a las expresiones de todo tipo que tratan de arrancar una sonrisa o marcar una distancia de quien lo expresa, pero si nos ceñimos a lo que dice la RAE tendríamos que hablar de humorismo, que es el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad, resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Y decimos humor para entendernos, y dentro de él usamos la ironía, el sarcasmo y otros recursos que a veces ni siquiera pretenden hacer reír, sino llamar la atención sobre asuntos que pueden ser incluso profundos y dolorosos. Las obras de autores como Moliére o Darío Fo están surcadas de pasajes hilarantes, cuando lo que en realidad hacen es denunciar hábitos negativos de la sociedad.
imagennicrooo.JPGY ocurre no solo en la literatura, porque mucho sentido del humor se derrochó para crear dobles mensaje en las pinturas de la Capilla Sixtina o para componer una obra maestra como El Barbero de Sevilla. Pero hoy solo quería referirme a los humorista que crean un espectáculo, bien sea con un monólogo o con escenas teatrales, o programas en los que los comentarios pretenden ser humorísticos para sacar filo a la actualidad. Soy muy a asiduo al humor en cualquier formato porque, cuando está bien hecho, pienso que es una forma muy inteligente de comunicar. Recordar una obra cinematográfica suprema como La vida de Brian es casi obligado cuando se habla de humor contemporáneo.
Pero como todo haz tiene su envés, quiero referirme también y de forma muy crítica a lo que se nos vende como humor inteligente y a veces (demasiadas) es una repetición zafia e hiriente de los mismos conceptos, que suelen tener mucho éxito, lo que nos da idea de donde estamos. Hablamos mucho de acoso en sus diversas formas (sexual, laboral, escolar) y observo que muchos espectáculos de figurones del llamado humor inteligente son en realidad una escuela de acoso, porque repiten hasta la saciedad la misma comparación, que casi siempre usan todos a mansalva, señalando el aspecto físico de alguien, un error, un fallo tonto o incluso un hecho dramático. Estoy hasta las cejas de que hablen una y otra vez de un futbolista como paradigma de la torpeza porque hace años rompió una copa deportiva o de usar características físicas o defectos de personajes conocidos, siempre con un enorme tufo discriminatorio. El colmo es el aplauso que pretenden recabar aludiendo a un artista que, como consecuencia del cansancio, la presión o lo que sea, sufre un desvanecimiento en el escenario. A eso ahora lo llaman «hacer un Pastora Soler». Es una falta de respeto muy cruel. Y hay más ejemplos concretos, muchos, pero no quiero caer en lo mismo que critico.
No solo se educa en la escuela, dicen los africanos que para educar a un niño hace falta toda la tribu, y si los niños ven que se puede seguir llamando torpe a un futbolista, que se hacen risas con las particularidades de personas conocidas y no pasa nada, mañana ellos lo harán con alguien que consideren diferente según su muy subjetivo criterio; y hasta lo encontrarán lógico, porque ven que cada día se repite la misma burla hacia una persona famosa y la gente sigue riendo. Eso no es humor, es ensañamiento; Gila, Tricicle o Morgan nunca han tenido que humillar a nadie para criticar y hacer reír. El humor es un arte muy noble que incluso puede llegar a ridiculizar situaciones, nunca a personas.

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Padura o tiempo de negro

Si en el Renacimiento se distinguía entre la fama y la gloria, en la actualidad parece que ambas se confunden. Si no hay fama, no hay gloria; es decir, la gloria llega a quienes previamente tienen fama, y esta a menudo se sustenta en la moda. A esto hay que añadir la oportunidad. En los últimos años «se lleva» la novela negra, aunque esta etiqueta editorial no se ajusta muchas veces a lo que en su día definió el género, y entran en el lote las de trama policiaca, las novelas-enigma, las políticas o de espías, las de argumentos de mucha acción violenta y, por supuesto, las que responden a las normas que en su día selló Raymond Chandler en su ensayo El simple arte de matar. Nada tengo contra las novelas negras comme il faut ni contra las de trama detectivesca, porque como dijo hace años un exitoso editor, solo hay dos tipos de novelas, las buenas y las malas.
imagenPadura.JPGEs evidente que Leonardo Padura, flamante Premio Princesa de Asturias de las Letras, escribe buenas novelas, y es un escritor de trayectoria diversa y brillante, aunque su gran fama es tributaria de la serie de novelas policiacas (Pasado perfecto, Adiós Hemingway, La cola de la serpiente…) que protagoniza el detective Mario Conde, una versión latina del Bogart desordenado y aleatorio de El sueño eterno, que aprovecha el autor para ser crítico con la sociedad cubana y que ha conseguido arrastrar lectores al resto de su obra. El año pasado, el premio recayó en el escritor irlandés John Banville, que también publica novelas negras bajo el seudónimo de Benjamin Black. Es decir, ya en 2014 el jurado escuchó los cantos de sirena de lo dominante y a medias premió el género, aunque el peso y el prestigio de la obra de Banville viene de lejos y lo de Benjamin Black es una especie de juego.
En el caso de Leonardo Padura el peso de la obra está precisamente en el género negro, que ya ha sido ampliamente reconocido, no solo por el público, sino por los muchos galardones que ha ido cosechando en los foros más prestigiosos. Llama la atención que el Premio Princesa de Asturias le siga la corriente a los editores, que ya no se esconden para conceder los premios de novela más conocidos y acaudalados a novelas negras, como así viene ocurriendo con mucha frecuencia en los últimos años. Tampoco suena a casualidad que Padura, crítico con el régimen castrista y partidario del establecimiento de relaciones Cuba-Estados Unidos sea premiado precisamente ahora. La ecuación es perfecta: si a la fama le añadimos la moda y la oportunidad, la gloria está servida. Y aunque parezca que no, me da una inmensa alegría que lo hayan premiado, porque lo conozco desde 1998, cuando Tato Gonçalves y yo pasamos una deliciosa tarde con él bajo la coartada real de hacerle una entrevista para este periódico y resultó ser un gran tipo.
Toca por lo tanto tiempo de novela negra, detectivesca o como quieran llamarla. Tal vez sea verdad que si miras alrededor solo puedes escribir novelas negras (José Correa dixit), pero es desde luego muy interesante el fenómeno, pues si bien se están reivindicando con justicia otros géneros que siempre fueron tenidos por menos «literarios», como la ciencia-ficción, lo fantástico, el terror, lo humorístico o incluso la novela histórica, no tienen punto de comparación con el auge de la novela llamada negra. Y los lectores responden, lo cual es sin duda una gran noticia. Por lo tanto es el tiempo de que Leonardo Padura sea Premio Princesa de Asturias de las Letras. Enhorabuena.
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(Este trabajo fue publicado en la edición impresa de Canarias7 el 11 de junio).

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Pedro Zerolo, luminoso e imprescindible

«Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles». (Bertol Brecht).

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Estoy convencido de quienes tengan un poco de sensibilidad humana y social sentirán hoy un dolor personal por la muerte de Pedro Zerolo. Se llenarán muchos espacios en todos los medios y en las redes sociales y se dirán palabras que serán sinceras, y seguramente destacarán su incansable lucha por los derechos de quienes viven una vida sexual diferente a lo que los siglos, las religiones y las sociedades han considerado y siguen considerando «normal». Muchos han dado el pésame a la familia socialista, pero eso sería reducir su figura; era socialista, sí, pero hoy la Parca se lo ha arrabatado a toda una sociedad necesitada de referentes éticos como él. imagensssZerolo.JPGEs verdad que Pedro Zerolo combatió a brazo partido por sus ideas, pero su trayectoria es mucho más universal, su lucha siempre fue por los derechos de las minorías, aquellas personas que por su color de piel, procedencia o cualquier otra diferencia son marginadas en la realidad aunque a menudo no lo estén en las leyes. Una de sus batallas fue la de crear esas leyes, la otra y más importante fue la de tratar de que la realidad fuese un espejo de esas normas. Estuvo en todas las luchas por la igualdad de la mujer (nunca he entendido porque a las mujeres las llaman minoría), y en cualquier frente en el que la injusticia establece límites: la pobreza, el abuso, el olvido. La fuerza que tenía su entusiasmo y la convicción que derramaban sus palabras lo hacían un hombre vital, alguien en quien confiar porque siempre tuvo claro que por encima de cualquier otra consideración estaban las personas. Creo que es de justicia poner su nombre en el cuadro de honor de quienes dedicaron su vida a la convivencia entre seres humanos diferentes (todos somos diferentes), con las ideas como arma, junto a Rosa Luxemburgo, Martin Luther King, Simone Veill, Victoria Kent y tantas personas imprescindibles en la evolución del pensamiento, personas de palabra y de acción. Siempre estuvo en su sitio y hasta en sus horas más duras tuvo una sonrisa para invitar a la vida. Es inolvidable porque cada vez que percibamos la existencia de un avance recordaremos que fue un escalón fundamental en este largo camino hacia la justicia y la igualdad. Descanse en paz Pedro Zerolo, uno de los canarios más luminosos de nuestro tiempo, un hombre de los imprescindibles de Bertol Brecht.