Historias monumentales es la más reciente publicación de Noel Olivares, un exquisito libro de microrrelatos que merece todos los parabienes y encomios posibles por la textura de su prosa, la precisión de su discurso y la esencialidad de sus argumentos. Es un libro de narrativa que se cimenta en la construcción poética de mundos paralelos y una distante visión irónica de asuntos que tantos afanes ocasionan, y lo hace usando como instrumento demoledor el humor negro. Mezclar poesía y humor negro es una clásica y efectiva receta que nos remite a Poe, a Chéjov, a Cortázar (Cronopio mayor del reino), y a Dolores Campos-Herrero, de grata y dolorida memoria.
He aquí un botón de muestra del libro, un microrrelato de Noel Olivares que resume el aroma de todo el libro:
«Ensilló su caballo camino de las montañas. El jinete se convirtió en un punto decreciente en la lejanía. La lejanía se volvió espejo emborronado por el polvo del galope. Solo quedaron las montañas».
***
Enlace del texto completo leído en la presentación que tuvo lugar ayer en la Casa-Museo Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria Presentación Noel Olivares.pdf.
Un comentario en “Pequeñas «Historias monumentales»”
Deja un comentario
El contenido de los comentarios a los blogs también es responsabilidad de la persona que los envía. Por todo ello, no podemos garantizar de ninguna manera la exactitud o verosimilitud de los mensajes enviados.
En los comentarios a los blogs no se permite el envío de mensajes de contenido sexista, racista, o que impliquen cualquier otro tipo de discriminación. Tampoco se permitirán mensajes difamatorios, ofensivos, ya sea en palabra o forma, que afecten a la vida privada de otras personas, que supongan amenazas, o cuyos contenidos impliquen la violación de cualquier ley española. Esto incluye los mensajes con contenidos protegidos por derechos de autor, a no ser que la persona que envía el mensaje sea la propietaria de dichos derechos.
He disfrutado la presentación, como el olor que precede a un buen plato. Me ha encantado.
Hoy me apetece adularle, D. Emilio. Si le leo a diario es porque Ud. sabe contar cosas sin saciar, dejando el regusto de querer saber más, de aprender. Le saco provecho a venir por aquí, maestro; será porque Ud. es una fuente de conocimiento y sensatez, como si hubiese vivido dos mil años e ido al cole con ese tal Marco Tulio.
Hoy me apetece amenazarle, no se librará de mí en los próximos dos mil años, si a Dios no le importa.