Hace un año ya que te fuiste, querido Gabo. Andamos entretenidos en corrupciones varias y en celebrar el centenario de La metamorfosis, la novela de Kafka que tanto te marcó. Sin el insecto del checo es posible que Remedios La Bella nunca hubiera subido al cielo en cuerpo y alma, que en tus relatos haya quien se alquile para soñar, que nacieran niños con rabo o que los yanquis se llevasen el Mar Caribe y dejaran el hueco. Casi se nos pasa tu aniversario, pero entiende que en el año que faltas las cosas han empeorado. Y eso que ahora parece que los yanquis y Raúl se han dado la mano, o lo parece… De por aquí poco que contar, seguramente porque hay demasiado y los medios lo cuentan a su manera, estableciendo rangos falsos. Si ves por ahí a Jorge Luis Borges dile que su idea de que el siglo XX no podría ser contado por exceso de información, en el siglo XXI ya es realidad tangible. Cuando hay tecnología casi infinita, estamos sumidos en la desinformación. Es decir, desistimos de entrada de contar el siglo presente porque estamos inmersos en otros Cien años de soledad. Al final solo queda el ser humano, como en tus novelas, y eso es lo que contaremos, a ver si en el futuro se entiende este tiempo por la literatura, lo mismo que hoy entendemos el pasado gracias a la imaginación de quienes, como tú, inventaron un mundo paralelo para poder comprender el real. Pero esa es otra historia. Nos seguimos viendo. Feliz eternidad.
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