Demagogia, mentiras, vergüenza

Uno de cada tres canarios y canarias está en paro, y eso que no figuran los que no están apuntados, por aburrimiento o porque son autónomos (emprendedores, faltaría más) en la ruina, o emigrados forzosos. Y se celebran magníficos eventos y se acude a grandiosas ferias de turismo que pagamos todos porque dicen que hay que hacer publicidad de Canarias; luego facturarán los de siempre. Hace unos días, un periodista radiofónico le preguntaba a un viceconsejero del Gobierno de Canarias por qué en un año en el que se batirá el récord de visitantes y ha aumentado, además, el gasto por turista, no se refleja esta gran noticia económica en la rebaja del desempleo. Me dio vergüenza ajena escuchar las palabras del político, que no eran una respuesta, sino una laberinto vocal ininteligible que Groucho Marx y Cantinflas confabulados no habrían superado, aunque sí era muy evidente el cuidado que ponía para no decir algo que pudiera incomodar a los poderes económicos y empresariales. Pero el asunto es que esta va a ser candidata, aquel hace propuestas inútiles, seguimos de romería, navega hacia Canarias el barco de las prospecciones petrolíferas y como la UD Las Palmas va en cabeza, mi barrio va de rojo esta Navidad y el Carnaval está a la vuelta de la esquina, los que están sufriendo la crisis a lo bestia empiezan a sonar como un estorbo.
zzzzzzFoto1000.JPGEn otro aspecto (que al final es el mismo) sigue, ahora recrudecido, el debate estéril sobre Cataluña. Me desdigo, un debate es otra cosa, porque uno dicen (otra vez) que van a convocar un referéndum o una elecciones plebiscitarias y otros enarbolan la Constitución y tiran de fiscales, tribunales y silencios (algún perturbado empieza a hablar de tanques). Y hay teóricos para todos los gustos, que si estado federal, que si aquí no se mueve nada, que si eso una tarde de estas hago lo que se me pone en las gónadas. Y hay nombres nuevos españoles en la lista de millonarios de Forbes, la corrupción ya forma parte de show-business televisivo y el fenómeno mediático O.J. Simpson se está quedando en nada comparado con el de La Pantoja. Y entre tanto ruido plebiscitario de conveniencia y tanta algarabía escandalizada de salón, alguien debe estar ganando mucho dinero, pero nadie parece preguntarse qué van a comer, cómo se van a calentar en invierno o dónde van a dormir los millones de personas que en España hace ya mucho tiempo que les han hecho cruzar a patadas el umbral de la pobreza más dickensiana. Ah, sí, el Real Madrid va como una bala.

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