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Una Semana Santa fruto de un guión

Esta es una Semana Santa muy extraña, en la que tengo la sensación de que los medios de comunicación sobrevuelan como los buitres a los muertos y a los moribundos, y la casualidad se presta a ello. Enumeremos: el terrible naufragio de Corea del Sur, el incendio apocalíptico de Valparaíso, los accidentes de tráfico de la Operación Salida que nos enseñan como películas gore, los detalles de lo que ocurre en Ucrania (que ya no sé exactamente qué es Ucrania), que nos muestran como episodios de una serie bélica intranscendente cuando está removiéndose el corazón de Europa, y el despedazamiento del cadáver de Antonio Morales, el Junior de nuestra juventud, con debates vociferantes mientras su cuerpo está aun caliente… Encima hay un eclipse lunar muy curioso, que algunos interesados hacen cuadrar con las profecías del Apocalipsis porque la Luna se pone roja y entra de lleno en el hecho de que estas conmemoraciones son variables porque las señalan los ciclos lunares a partir de que la cuarta luna llena anual es siempre el Viernes Santo. Con eso, los vendedores de crecepelo claman a sus anchas.
zzzzzzzzzzzzaFoto0767.JPGEn todos los medios españoles y latinoamericanos hay, además, una especie de revoloteo alrededor de la enfermedad del Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, que está muy enfermo y parece que hasta sus hermanos se suman a la convicción pública de que ha iniciado un viaje sin retorno en su casa de Ciudad de México. Yo creo que a los muertos se les llora cuando están muertos, pero esta debe ser una nueva costumbre como vimos con Adolfo Suárez. Una Semana Santa esta, en fin, que parece fruto de un guión de películas siniestras. Afortunadamente hace buen tiempo, menos mal.

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¿De qué república estamos hablando?

zzz78uDSCN4046.JPGHoy es 14 de abril, aniversario de la proclamación de la II República. Yo soy republicano porque no creo en enviados de los dioses, pero me resulta curioso que haya tanto entusiasmo republicano en los sectores más reaccionarios de este país. República sí, por supuesto, pero luego vienen las otras preguntas: ¿Qué república, qué tipo de organización, en manos de quién va a estar un poder que se supone del pueblo? Es inquietante que desde los sectores más ultras se lancen mensajes y se escriban libros que van directamente a la línea de flotación de la monarquía que ellos han sostenido durante siglos. Poco antes de 1931, un monárquico confeso y militante como Ortega y Gasset publicó el famoso artículo Delenda est Monarchía, en el que venía a decir que la monarquía de Alfonso XIII ya no servía a España. La gente pensó que si un monárquico como don José decía eso, es que había llegado la hora del cambio. Ahora, con la atomización mediática no hay una voz que lidere este cambio, pero hay un griterío muy sospechoso. Los republicanos de siempre, desde la izquierda, reivindican la república porque es de una lógica aplastante, por muy lustrosas que sean las monarquías del norte de Europa, y no es novedad porque siempre han estado ahí. Lo sorprendente (e inquietante) es que la derecha más rancia se haya vuelto republicana de repente. ¿Estamos hablando de la misma república?

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La evolución del valor de las palabras


En estos días se ha celebrado el primer Día Mundial de las Personas con Enanismo, y he visto que la palabra «enano» está desterrada del vocabulario de quienes lo son, que ahora se hacen llamar «personas de talla baja», seguramente porque popularizar el nombre técnico de la afección de la hormona del crecimiento que lo provoca, acondroplasia, no parece fácil. En este caso es lógico que así lo quieran estas personas, porque la palabra «enano» tiene connotaciones negativas, debido a los cuentos infantiles, los relatos legendarios y su presencia continuada en las pistas de circo.
zzzzz disneymm.JPGEl lenguaje suele delatar la manera de pensar de la gente. No es un secreto que los seres humanos tomados como colectivo tienen muy desarrollada la crueldad, y poco a poco las palabras técnicas las convierten en insultos, y a veces el círculo se cierra cuando algunas palabras cobran sentido cariñoso. Los ejemplos más claros son las palabras «bobo» y «tonto», que pasaron de ser descriptivas a insultantes (el tonto del pueblo) y han acabado siendo muletillas afectivas. No corrieron la misma suerte «imbécil» e «idiota», zzzzcircommm.JPGcon similar significado que las anteriores, y siguen ahí, con su carga negativa, sólo que ahora ya no se usan para describir carencias psíquicas sino como insulto puro y duro. Para evitar esto, hace casi medio siglo, a una persona con carencias psiquicas se la comenzó a a llamar «subnormal», que poco a poco se convirtió en insulto muy popular. En cuanto a las personas con problemas físicos se tomó la palabra «minusválido», que todavía no ha degenerado y formalmente se usa «discapacitado», sea físico o psíquico, según la persona afectada tenga problemas de movilidad o de entendimiento.
Y no es posible saber cuánto tiempo pasará antes de que alguien use esa palabra para insultar y menospreciar. Ojalá eso no ocurra, pero conociendo al género humano, utilizará todo lo que esté a su alcance cuando trate de zaherir al otro, y por si ya la vida no es lo suficientemente dura para ellas, humilla de paso a las personas con discapacidad. Tal vez por eso, un vendedor de la ONCE me decía que él era ciego, que y que no le diera vueltas, porque las otras formas de llamarlo (invidente, discapacitado) le daban miedo por lo mismo. Y un amigo afectado por la polio también prefiere que lo llamen cojo, directamente, porque otras componendas (que camina despacio, que tiene un andar característico) se prestan al chiste. Y es que los humanos no tenemos remedio, aunque hay que seguir buscándolo.