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Humo a favor


Comentaba hace unos días que la gran cita este fin de semana en Madrid no es futbolística y que lo que se juega no es la liga, sino que las Marchas por la Dignidad, y lo que nos jugamos todos es mucho más importante que un marcador futbolístico. Era previsible que preparasen 1.700 policías y también lo es que la ultraderecha cerril tenga previsto provocar incidentes para decir luego que los concentrados son antisistema. zzzzzFoto02324444.JPGLos verdaderos antisistema son los que se están cargando el sistema que hemos tratado de construir durante más de treinta años. Por si fuera poco, y seguramente por casualidad, la enfermedad de Adolfo Suárez les viene muy bien, porque están utilizándola como cortina de humo para no hablar de las marchas. Es lógico que los medios dediquen mucho espacio y tiempo a glosar a una figura tan importante de nuestra historia reciente, pero no me negarán que esa desgraciada circunstancia bien administrada mediáticamente puede servir como justificación del silencio sobre la llegada masiva de caminantes a Madrid. Lamento lo de Suárez, y me importa un rábano quién ganará el Madrid-Barça (que conste que me gusta el fútbol), pero insisto en que hoy, 22 de marzo es un día muy importante para la verdadera democracia, y quienes se sientan demócratas tendrán hoy su pensamiento en Atocha, Madrid, 5 de la tarde (4 hora canaria).

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La dignidad camina hacia Madrid


Hay muchos ojos puestos en Madrid para este fin de semana, y parece una casualidad (no creo en las casualidades) que los medios se empeñen en machacar desde el lunes el partido Madrid-Barça del domingo en el Bernabéu. Se está haciendo verdad otra vez aquello de que el fútbol es el opio del pueblo, y es una pena que tan bello deporte y mejor espectáculo sea utilizado para hurtar el foco a lo importante. Porque lo importante es que hay miles de personas caminando hacia Madrid desde distintos puntos de España, en las llamadas Marchas por la Dignidad, que confluyen en la capital el sábado 22. zzz777777hh.JPGLo que se juega este fin de semana en Madrid no es la liga de fútbol, es la dignidad de millones de personas que ven cómo son pisoteados uno detrás de otro derechos que han costado años, trabajo y sangre. Ese es el verdadero partido que se juega en Madrid, pero vamos mal si la prioridad sigue siendo informar sobre la tristeza de Neymar, el complejo de Superman de Cristiano Ronaldo, la titularidad de Casillas o las conspiraciones del entorno de Messi (podría vérseles un detalle solidario a esos héroes del balompié). Y es lo que se hace durante horas y páginas, mientras las marchas de ciudadanos expoliados de los más elementales derechos humanos son objeto de gacetillas y cuñas volanderas. Es de un cinismo escandaloso que las grandes corporaciones saquen pecho con las ganancias de sus cuentas de resultados de 2013, siempre a más, y que por el contrario a la inmensa mayoría de la población se le sigan cercenando sus necesidades más elementales. Las primeras declaraciones del arbispo Blázquez en calidad de nuevo presidente de la Conferencia Episcopal fueron para seguir empujando la salvaje ley del aborto de Gallardón, y ni una sola palabra para los pobres, sojuzgados y desposeídos injustamente. Por eso hay que tratar de que España entera marche hacia Madrid solidariamente con los caminantes por la dignidad. La capacidad de abuso y prepotencia del Gobierno tiene un límite, el que le permita la sociedad real de España echada a las carreteras de la reconquista de nuestros derechos fundamentales.

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Eruditos inalcanzables

Hay un espécimen que se cree de otra dimensión que va más allá del erudito a la violeta definido por José Cadalso, que es alguien poseedor en apariencia de todo lo que hay que saber y más, tras largo estudio en solapillas de libros, contraportadas de discos y resúmenes de registros y taxconomías. A pesar de su desprestigio creciente, sigue abundando. Pero ya digo que hemos sido bendecidos, además, con la presencia de este otro tipo de criatura zzz78Foto0887.JPGmuy superior a esta y que está fuera de catálogo por su magno y omnímodo conocimiento, que por lo que habla y escribe es experto en cine uzbeko, lee a poetas somalís de nombre impronunciable, conoce a músicos indonesios que pulsan instrumentos inalcanzables y hace suyas teorías de ensayistas remotos a los que plagia, como si los demás fuésemos tontos. Para ellos, Muñoz Molina, Truffaut, Felo Monzón o Mozart son una vulgaridad inconsistente para gente intelectualmente plebeya. Toleran a Borges, pero sólo cuando han tomado neurolépticos. El síntoma más claro es que saben mucho, muchísimo. Aparte del ridículo, jamás han hecho nada, pero poseen una ciencia infusa que les permite saberlo todo. Por supuesto, el resto del mundo está en el error, y la gran verdad que solo ellos poseen es un arcano inescrutable que nadie sabe en qué consiste porque ellos nunca la han definido. Su visión del mundo, del pensamiento, de la ciencia, del arte y de las cosas se manifiesta diciendo «no» a todo y esbozando una sonrisa de suficiencia mientras perdona a los demás una respuesta que nunca podrían dar porque sencillamente no existe. Nunca les merece consideración cosa alguna nacida de otros. Ellos creen que imponen respeto, o incluso miedo, pero sólo dan risa. Es una enfermedad muy grave que conduce a la soledad a quienes la padecen. Y vomitan, sobre todo vomitan, pero ellos no lo asumen porque desde muy jóvenes dejaron de tomar la medicación.