Resulta que la ciencia y la razón siempre han sido perseguidas porque acaban demostrando que las soluciones mágicas son palabras de ambaucadores. Y en tiempos de tribulación como el presente, la ciencia ha vuelto a dar un palo más a la charlatanería. Unos científicos han echado por tierra toda esa película de las experiencias cercanas a la muerte, la luz blanca al fondo del túnel y lo del salirse del propio cuerpo. Siento curiosidad por ver cómo retoman todas estas evidencias los colectivos que viven del engaño, algunos inclusos que se dicen enviados de muy lejos -incluso de otra dimensión- para salvarnos (¿de qué me suena eso?) Otros que se forran son los que escriben libros de autoayuda, y es terrible que haya quien los crea porque arman frases que se venden por bonitas y profundas pero que son chirriantes cursilerías (las redes sociales están llenas). Veamos algunas: «Cuando quieres realmente una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla» (es que…) «Cargo mis cicatrices como si fueran medallas» (allá tú); «Despierta en los demás un deseo vehemente» (como si los demás fueran tontos); «El camino hacia la realización personal es difícil y continuo» (y los chinos inventaron la pólvora). Pongamos un poco de razón, conocimiento y ciencia para que la gente piense por sí misma y deje de seguir machangadas estúpidas de colectivos tipo realianos, ummitas o adoradores de ositos de peluche. Y de supuestos pensadores de carga hueca como Dale Carnegie, Jorge Bucay o Paulo Coelho. Y revisen bien de dónde viene Punset antes de tragarse sus melonadas.
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