A Fetasa por Isaac de Vega

Isaac de Vega era el decano de la narrativa en Canarias, y nos ha dejado después de una larga vida reconocido, cosa que ha ocurrido con autores que, apenas pasada la cuarentena, se convierten por no se sabe qué mecanismo en clásicos vivos, en una edad en la que generalmente los escritores, especialmente los novelistas, están consolidando su camino.
vega.JPGNo voy a recorrer por conocida la trayectoria del autor fallecido, pero sí a desgranar algunas impresiones. En los primeros años setenta del siglo pasado, creo que fue Ediciones JB de Manuel Padorno quien publicó en una colección de narrativa con vocación de exhaustividad las novelas Mararía de Rafael Arozarena y Fetasa de Isaac de Vega, y a resultas de estas publicaciones se hablaba de los fetasianos. Por entonces, Víctor Ramírez y Rafael Franquelo andaban también metidos a editores, confeccionando antologías y tratando de dar a conocer lo que se escribía en Canarias, y en cierta ocasión Víctor volvía a Las Palmas desde Tenerife con algunos textos inéditos de autores tinerfeños. Con la expresión de quien ha hablado con Padre-Dios nos comunicó que había estado con «El Viejito». El tal Viejito era ni más ni menos que Isaac de Vega, que entonces apenas había sobrepasado el medio siglo, pero huérfano de datos yo me imaginé a un anciano venerable, cuando todavía el novelista estaba en plena madurez biológica y ni siquiera a la mitad del listado de sus publicaciones. Es evidente que entonces al «Viejito» le quedaba mucha vida y literatura en la mochila.
Isaac de Vega era un hombre peculiar, siempre reconcentrado en su laberinto y casi ajeno al mundo que le rodeaba. Vivía en los suyo, y una muestra de su curiosa manera de ser era su relación con gente con la que tenía poco trato. A mediados de los ochenta coincidimos en una mesa redonda de autores consagrados y novatos. Aquel día, como ningún otro en mi vida, tuve la sensación casi física de ser invisible e inaudible, porque no conseguí que armara diálogo conmigo en toda la sesión, y eso que habló mucho. Cuando nos despedimos los contertulios en la escalinata del edificio central de la Universidad de La Laguna, donde se había celebrado la mesa redonda, le extendí la mano, le dije que había sido un honor compartir aquel acto con él y me quedé con la mano en el aire mientras él perdía su mirada hacia el Este, quien sabe si hacia El Roque, Anaga o su adorado Igueste de San Andrés. Por supuesto que tampoco pareció haber escuchado mis palabras de despedida.
Dicen los panegiristas del llamado movimiento fetasiano que su influencia alcanza a las generaciones siguientes de narradores canarios. Puede ser, doctores tienen las universidades. Este movimiento, que toma el nombre de la novela Fetasa de Isaac de Vega, es casi indefinible en su conjunto porque sus principales componentes pocas características literarias tienen en común, aparte de la calidad de sus obras. En palabras de Rafael Arozarena, otro de los del grupo «Fetasa no es nada y sigue siendo Fetasa, no se puede definir», y más adelante afirma que «en Fetasa cabe todo; el que va a la contra y entra en el debate, ya es fetasiano». Por lo tanto, no hay pistas sobre el movimiento fetasiano, pero lo curioso es que desde hace unos años se habla de los neofetasianos. Le pregunté por esto a Arozarena y fue tajante: «Si no hay Fetasa menos puede haber neofetasianismo, Fetasa es Fetasa». Pues Isaac de Vega, el creador de Fetasa, autenticidad y honestidad literaria, se nos ha ido. Ojalá haya encontrado por fin lo que tanto buscó en Fetasa.
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(Este trabajo fue publicado en la edición impresa de Canarias7 del martes 4 de febrero).

Un comentario en “A Fetasa por Isaac de Vega”

  1. Yo le recomendaría al sr. gonzález déniz, por favor, que reescribiera completamente este comentario sobre el mejor novelista del XX canario.

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