Dependencia del exterior
Cada vez que siento caer sobre estas islas la canícula sahariana me echo a temblar, porque se me hace presente la endeblez de nuestra economía, que se basa en gran medida en el turismo, y que mantiene un tipo de vida artificial a base de quemar hidrocarburos y potabilizar agua del mar. Cuando veo los campos resecos y ardientes del sur de las islas siempre pienso en lo que pasaría si hubiera una crisis mayúscula que nos privase del turismo, y al mismo tiempo del dinero con el que mantener el tipo de vida a que estamos acostumbrados. Hablar hoy de los sectores primario y secundario en Canarias suena a jerga de viejos, pero hemos de tener en cuenta que de alguna forma habría que ir reconvirtiendo nuestra economía para que no fuese tan dependiente del exterior, cosa harto complicada cuando la población es mucho más alta de lo que correspondería a nuestra extensión. Pero claro, seguramente muchos pensarán que se me ha metido el sol en la cabeza. El monocultivo, ya saben.