Tolkien jugando al escondite
Este año se han conmemorado diversos aniversarios que cierran década, ya que, por ejemplo, se cumplen 40 años de la muerte de figuras como Picasso, Pau Casals, Nino Bravo, José Alfredo Jiménez , Salvador Allende, Víctor Jara y Pablo Neruda, entre otros, de los cuales se han ido haciendo reseñas y conmemoraciones a medida que se cumplían las fechas. Sorprende por lo tanto que el pasado 2 de septiembre se cumplieran también 40 años del fallecimiento de John Ronald Reuel Tolkien, el autor de El Señor de los Anillos, entre otros libros celebrados ya por varias generaciones, y prácticamente no se haya visto nada en los medios. Eso choca con el ruido que se monta alrededor de la adaptación al cine de sus libros, y ya era multitudinario el seguimiento de su obra escrita. Tolkien está considerado como uno de los padres de la llamada alta fantasía literaria, con su creación del universo casi mitológico de un continente imaginario llamado por él Tierra Media, y que conformó con otros autores británicos el grupo denominado Inkling, en el que también estaba integrado su gran amigo C.S. Lewis, el autor de Las Crónicas de Narnia. Tolkien da para mucho, por su compleja personalidad, con un acendrado catolicismo, asunto este en el que era radical, que condenó a Hitler y los desmanes del nazismo y también a los Aliados que hicieron de Alemania un símbolo del mal. Esto no le granjeó muchos amigos en Inglaterra, pero lo salvaba la popularidad de sus libros y el prestigio de haber sido oficial combatiente en la I Guerra Mundial, de lo que tampoco se sentía orgulloso. Un tipo muy especial, y aunque se haya hablado poco de él en su 40 aniversario, o precisamente por eso, lo traigo a mi post como homenaje a un autor de un género muy especial. Así, pues, Tolkien es Tolkien, y a los puristas literarios les digo que algo tendrá el agua cuando la bendicen. Tal vez no ayude que, en la tumba de Oxford en la que yacen él y su esposa, en lugar de figurar sus nombres, por propia voluntad aparecen escritos los de dos personajes literario surgidos de la fantasía del autor. Es como jugar al escondite.