El refrán dice que en abril aguas mil, pero resulta que el refranero es castellano y aquí estamos muy lejos de Castilla. La Semana Santa ha estado pasada por agua en buena parte de La Península, por lo que parece que el refrán es bueno, pero aquí seseamos y, aunque en el mentado refrán no hay ces ni zetas para sesear, no nos ha pillado ni siquiera la cola de la dichosa borrasca. El agua siempre ha sido un gran problema en Canarias, es un sufrimiento histórico, pero en estos momentos, con la población que soportan las Islas, con la disminución de los acuíferos y con la dependencia hidráulica de la energía derivada del petróleo, estamos en el filo de la navaja. No es alarmismo, es prevención, y no sería mala idea que se iniciase un plan para en un tiempo prudencial pudiéramos tener agua con energías que nosotros podamos producir (sol, viento, olas del mar…) Lo que pasa es que aquí nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena, y cuando no llueve nos acordamos de las potabilizadoras. ¿Y qué pasaría si no llegase aquí el petróleo?
Un comentario en “Energía”
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Me has hecho recordar aquel pleno del Ayuntamiento de Teror, de 1919, en el que la Corporación local se felicitaba porque en el hundimiento del Valbanera no hubiese víctimas terorenses, hecho que fue considerado un milagro de la Santísima y Milagrosísima Imagen de Nuestra Señora del Pino, quien a pesar de residir tierra adentro y tener delegadas en la Virgen del Carmen las funciones marineras, ostenta también el título de «Stella Maris».
Seguramente, los actuales papanatas al mando de Canarias no tendrían problemas en encomendarse de nuevo a tan noble Madre y ordenar lo único que está en su mano cuando hay algún asunto grave que abordar: Una rogativa, y si sale bien, un Tedeum.