-Verá, doctor Freud; cuando pequeño me gustaba ir al costurero de mi madre, cogía las tijeras y pasaba tardes enteras haciendo recortes de papel. Y mientras hacía trizas la edición de «El Faro de Vigo» hablaba con una amiga invisible, una niña gordita y pelirroja, pero nunca lograba entender lo que decía porque hablaba en alemán.
-Verá, doctor Freud; cuando pequeña me gustaba ir al costurero de mi madre, cogía el alfiletero y pasaba tardes clavando alfileres a mi muñeca. Y mientras martirizaba a mi Mariquita Pérez deseaba fervientemente molestar a todo el mundo. Me encantaba ver a la gente cabreada.
-Verá, doctor Freud; cuando pequeño me gustaba ir al tocador de mi madre y le cogía las pinturas. Y mientras me pintaba la cara como Los Hermanos Tonetti soñana con que algún día actuaría con una nariz redonda y roja en una pista de circo. Pero nunca tuve ocasión, lo más cerca que estuve de conseguirlo fue durante mi etapa de Ministro de Educación.
Espero que el Dr. Freud ,les arregle la cabeza con fármacos genéricos y que la próxima revisión de coco la tengan antes de su jubilación