Este recado no necesita alforjas
Tenemos nuevo gobierno, porque por lo visto el anterior era una calamidad, y lo único que ha hecho en tres meses es reducir los derechos de los trabajadores y anunciar un presupuesto esquelético. De paso, proclama que la Reforma Laboral no creará empleo de inmediato. Y la pregunta es evidente: si con todo eso dicen que la economía española se reducirá un 1,7% en 2012 y que habrá 630.000 parados más, lo que nos lleva a la locura de seis millones, para qué demonios lo hacen. Si ya saben que no va a funcionar, habrá que probar otra cosa. Se repite una y otra vez que hay que ajustar, y que estos ajustes por lo visto van a gustar mucho en Europa, cosa que es creíble porque cuanto más se desvalorice la economía española será más barata para que entren a adueñarse de ella las grandes multinacionales, casi todas ellas, ¡ay! alemanas. No es a Europa a quien tienen que gustar los presupuestos, y se miente porque un ahorro de 15% reducirá el consumo de los empleados públicos, generará paro porque habrá menos inversiones públicas y se recaudará menos porque habrá menos movimiento. Y es mentira, además, que España esté plagada de funcionarios, que son por lo visto los que han arruinado al país, pero todo el mundo quiere un colegio para sus hijos, un médico de guardia en el ambulatorio, un servicio de correos, una comisaría que lo proteja y unos bomberos que acudan cuando hay fuego. Los números -que se ocultan- cantan: en España una de cada diez personas que trabajan lo hacen en servicios públicos (el 10%), mientras que en la intocable Alemania o en la mítica Suecia la relación es de 1-4 (el 25%), de ahí que las prestaciones sean de la calidad que son en esos países. En definitiva, para este recado no se necesitaba alforja.
El Sahara Occidental es un territorio rico en fosfatos (Bu-craa), gas natural y petróleo, cuya cuantía se desconoce, pero que en cualquier caso no es desdeñable. Si a ello añadimos el control de la costa que sostiene a uno de los bancos pesqueros más ricos de la zona, es indudable que las apetencias de control sobre el Sahara Occidental son eminentemente económicas, aunque se argumenten motivos de índole histórica, etnográfica o incluso política. El Mediterráneo es un diapasón que expande su tesitura hacia todas partes. Es tan peligroso un conflicto latente en su extremo occidental como lo es en su parte oriental, sea Palestina, Egipto, Chipre o Turquía, como lo fue y aún lo sigue siendo el conflictivo mundo balcánico. Lo que no se comprende es cómo las grandes potencias y las organizaciones supranacionales se alarman hasta el punto de intervenir cuando algo va mal en Los Balcanes o en Oriente Medio y permanecen de brazos caídos cuando las tensiones se originan en la puerta oeste del Mediterráneo. África vive momentos muy duros, y a ello no son ajenos los países europeos que en otro tiempo fueron metrópoli de estos territorios. El noroeste de del continente es una bomba de relojería, pero a los dirigentes que pueden amortiguar ese peligro no parece importarles. Aunque parezca que el peligro está dormido, puede reactivarse en cualquier momento, y tal vez entonces sea tarde. Y mientras tanto, los saharauis sigues sufriendo la indiferencia de las grandes potencias. Esto, tarde o temprano, pasará factura.