John Kennedy estuvo en la Presidencia norteamericana menos de tres años, casi nos mete en una guerra nuclear, abrió el frente de Vietnam y sin embargo se le recuerda como una especie de Mesías. He leído en alguna parte que el día que mataron a Kennedy -23 de noviembre de 1963- se perdió la última oportunidad para un mundo mejor. Yo creo que con él se cumple lo que decía James Dean y que fatalmente se cumplió en él mismo: «Vive a tope, muere joven y harás un bonito cadáver». Pero hoy aquellos años, que parecen toda una época y apenas fueron un suspiro, se recuerdan como la corte de un Camelot con Cadillacs y Ginebra vestida de Valentino. Y aunque se haya visto con los años -casi medio siglo- que todo era oropel, que llegó a la presidencia con apoyos de la mafia, que hay dudas sobre la implicación de su entorno en la muerte de Marilyn, que aquella apostura sonriente y bien peinada era la máscara de un hombre enfermo que sufría fuertes dolores, aunque su propio asesinato demostró que era mortal, la gente lo sigue viendo como un semidiós. En realidad, John Kennedy es el hombre que ansiaban las multitudes, y se empeñaron en inventarlo. Al morir de forma trágica, ser creó el síndrome de la usurpación, pero el verdadero Kennedy era un hombre como los demás, y no precisamente de los mejores.
Un comentario en “El mito de Kennedy”
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John F. Kennedy
Las conversaciones de la viuda con Schlesinger nunca se hicieron públicas y salen a la venta en forma de discos junto al libro Jacqueline Kennedy: Historic Conversations on Life with John F. Kennedy, de la editorial Hyperion. En más de seis horas y media de grabaciones, la ex primera dama repasa algunos de los momentos más tensos de la historia que le tocó vivir a su esposo, pero no habla de la muerte de JFK. Tampoco sobre las aventuras amorosas de este fuera del matrimonio. Ni de la enfermedad de Adison que martirizaba al presidente -aunque sí hay pasajes dedicados a sus crónicos dolores de espalda y a la operación que casi acabó con su vida en 1954-.
Jackie consideraba que el presidente francés Charles de Gaulle era «un ególatra»; que Martin Luther King era «un fraude» porque se supo, a través del espionaje electrónico al que fue sometido, que arreglaba encuentros sexuales con mujeres. De Indira Gandhi -futura primera ministra de India asesinada en 1984- dice que era una «mandona amargada, una mujer horrible».
Ironías de la historia, la viuda de Kennedy cita a su marido emitiendo una dura opinión sobre Lyndon Johnson, el hombre que al ser su vicepresidente le sustituiría en la Casa Blanca -«todo el mundo estaba muy decepcionado porque Lyndon era quien menos gustaba» para compañero de cartel-. «¡Dios mío»!, diría JFK, «¿podéis imaginar lo que le pasaría al país si Lyndon llegara a presidente?»
Según se desprende de las conversaciones y recoge el libro, Kennedy había comenzado a planificar su campaña para la reelección en 1964 poco antes de que fuera abatido en Tejas. Entre sus planes para un segundo mandato estaba una visita sin precedentes a la Unión Soviética, en plena guerra fría y tras la tensión que había puesto al mundo al borde de una guerra nuclear en la crisis de los misiles. Durante este episodio, Jackie rogó a su esposo que le permitiera permanecer a su lado. «Quiero estar contigo y morir contigo, como también lo quieren los niños. Preferimos eso a vivir sin ti», le dijo en octubre de 1962.
La viuda se presenta como una «esposa tradicional» y critica a «las violentas mujeres liberales que están en política».