El volcán
Por fin parece que el volcán ha salido a la superficia, aunque en el fondo del mar. Eso parece bueno en principio, aunque no sabemos qué consecuencias tendrá para el rico fondo marino de la zona, uno de los más bellos y deseados por los submarinistas. Lo que sí está claro es que la isla de El Hierro lleva varios meses en angustiosa espera, sufriendo fuertes temblores de tierra y con el municipio de Frontera muy afectado por la falta de comunicación. Que vengan ahora los catedráticos lejanos a decirnos que un volcán es bueno para la isla, mientras él no tiene que ser desalojado de su casa ni ve cómo sus productos agrícolas se pierden por falta de transporte. Es verdad que puede que acudan a la isla unos cuantos curiosos, pero ya eso sucedía, pues nada hay más interesante que la belleza de una isla que no necesita cataclismos para estar en el mapa. En realidad, siempre lo estuvo, incluso después que los ingleses de Grenwich le arrebataran el meridiano cero. Solo espero que el volcán se desahogue en el mar, que no haga demasiados estropicios, que deje de hacer temblar la tierra y que las autoridades tengan en cuenta los daños habidos en la isla, porque, quiérase o no, es un desatre natural. Supongo que no hace falta que remache mi eterna simpatía y solidaridad con la isla de El Garoé.
(cuyo mantenimiento pagamos todos) o llegan a un acto benéfico (qué hipocresía) en un Rolls-Royce plateado cuyo fulgor ciega. Luego, quienes tienen el estómago caliente, la bolsa llena y las espaldas cubiertas, se permiten el lujo de pedir ajustes y machangadas por el estilo. La última moda es que vacas sagradas del periodismo culpen de la crisis a los funcionarios, unos claramente y tirándose al cuello (Martín Ferrán), otros de una manera tangencial pero igualmente dañina (Ansón). No sé qué se hizo de la famosa ley de incompatibilidades, pues hay quien cobra tres salarios oficiales, y desde esa tarima de billetes clama por la moderación salarial. Ya ni se esconden, y lo triste es que muchas de estas personas son aclamadas por la gente que no llega ni al día 20 de mes. Es como cuando las hambrientas masas argentinas vitoreaban a Eva Duarte (Evita), asomada a un balcón oficial, vestida y enjoyada como un árbol de Navidad. Y encima en los medios audiovisuales y escritos muestran lujosas casas, fiestas a todo trapo fotografiadas y críticas a las mujeres conocidas que repiten vestido (eso sería para aplaudir). Me pregunto cuánto habrán costado las recientes y multitudinarias conferencias de los grandes partidos. Si el dinero es público, no lo entiendo, y si es privado, la pregunta es por qué.