Para algunos la guerra ha empezado
Lo sucedido en Noruega ha puesto a funcionar todos los mecanismos extremistas. El horror producido por un hombre solo que sigue una ideología delirante está siendo aprovechado por la derecha supuestamente civilizada pero también extrema. Una muestra es el comentario que hace el periodista norteamericano Glenn Peck, comparando a los jóvenes asesinados en la la isla de Utoya con la juventudes hitlerianas. Entre otra cosas, se pregunta si es presentable que se haga un campamento político para los más jóvenes, lo que muchos podrían interpretar que, si la muchachada estaba convocada allí por el partido laborista, el acto tiene en cierto modo justificación, porque como dijo el terrorista en su declaración a la policía trataba de eliminar a los futuros dirigentes de la socialdemocracia noruega, que en su fanática mente es la depositaria del marxismo. Glenn Peck es un periodista que, según las agencias, financia al «Tea Party», el ala más extrema y radical del partido republicano. Hay otros comentarios que hubiera preferido no escuchar, incluidos algunos en España, pero hay que estar atentos, porque al final para la extrema derecha los noruegos son culpables porque entregan cada año el Premio Nobel de la Paz (aunque últimamente no han estado finos), y no hay que conciliar sino emplear mano dura. Estos comentarios se acercan a la apología del terrorismo, si es que no lo son directamente, y en ningún caso hay justificación para asesinar a sangre fría a más de setenta chicos y chicas. En cierto modo, la guerra ha comenzado para estos tipos.