Siete por tres veintiocho y me llevo tres


Hay números que no cuadran, y para eso no hace falta ser Miguel Ángel Fernández Ordóñez, Gobernador del Banco de España, que ha dado unas recetas que se resumen en subir y bajar. Según él, hay que subir el IVA (supongo que aquí le toca al IGIC) hasta alcanzar el 21% y bajar los salarios, que por cierto es lo único que se le ocurre bajar. Pues muy bien; si suben los impuestos indirectos habrá encarecimiento, y si encima bajan los salarios ya me dirán ustedes a donde irá a parar el consumo, que es uno de los motores de la economía. zzzzssssss56.JPGPensará el Gobernador que como aquí el turismo es líder quienes tienen que gastar son los visitantes, que en sus países cobran salarios decentes, y los españoles a trajabar para ellos a precio de risa. Una cosa es que uno maneje poco los números (puede verse por el título) y que sus saberes macroeconómicos sean leves, y otra mis distinta es que se le pueda meter el dedo en la boca sin peligro. Nada ha dicho el señor Fernández Ordóñez de bajar las comisiones bancarias, de subir los impuestos a las grandes fortunas, de reordenar el SICAV (Sociedad de Inversión de Capital Variable -de grandes capitales, por supuesto-), donde se van retardando los impuestos hasta el día del Juicio Final (es ahora cuando se necesitan). Tampoco habló de los 194.000 euros anuales de su salario. Me da vergüenza ajena ver una y otra vez cómo personas que se gastan en un almuerzo dos o tres salarios mínimos, se quejan con cara de vícitma de lo caro que es el despido y de la necesidad urgente de compaginar los salarios con la realidad (compaginar es bajar y la realidad es la suya). Se supone que el Gobernador del Banco de España es un cargo público que tiene que defender la economía del Estado y los intereses de los ciudadanos, pero jamás ha dicho una sola palabra sobre los muchos desmanes que los poderes financieros perpetran cada día impunemente. Y vuelven una y otra vez con el mismo discurso agotado destinado a mantener un capitalismo voraz, también agotado.

2 opiniones en “Siete por tres veintiocho y me llevo tres”

  1. La verdad, Emilio, te felicito, creo que la hipocresía no se puede describir mejor: «Me da vergüenza ajena ver una y otra vez cómo personas que se gastan en un almuerzo dos o tres salarios mínimos, se quejan con cara de víctima de lo caro que es el despido y de la necesidad urgente de compaginar los salarios con la realidad». ¡Qué desfachatez! ¡Qué fácil es hablar! Lo triste del tema es que esos sueldazos también los cobran muchos dirigentes con la boca llena de palabras solidarias -toreros hábiles con su izquierda o derecha, sin olvidar a los ambidiestros-, personajes que venden el humo de un volcán que se les apagó hace años. Y para los que creíamos en sus organizaciones humanitarias, es la experiencia de un desengaño. Pero, en fin, nada nuevo bajo el sol. Ya satirizaba Quevedo con gran maestría la hipocresía de las gentes, figuras de todo tiempo y lugar, en sus «Sueños y discursos de verdades descubridoras de abusos, vicios y engaños en todos los oficios y estados del mundo». Se lo recomiendo a cualquier indignado. «El mundo por de dentro» es un sueño de obligada lectura, vaya que sí…

  2. Ya. Que los que tienen dinero, paguen una comisión en España de sus ganancias; que los mercados estén regulados para que no pasen de un tope; que los sueldos no lleguen a determinadas cantidades; que los burócratas sigan siendo funcionarios y los funcionarios que hacen falta aumenten (que casualmente no son los que hacen falta); que no se anulen los convenios sectoriales; que se mantenga a los sindicatos verticales, ahora llamados CC.OO y UGT; que se mantenga la dualidad burocrática del Estado y las Autonomías…
    ¡Buf!
    Los que tienen dinero lo gastarán como les dé la gana, Emilio, aquí o donde haya negocio.

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