Lo que ha sucedido con el CD Tenerife me recuerda al primer descenso de la UD Las Palmas a 2ª B. Viniendo desde las alturas de la Primera División el equipo se ha precipitado en un abismo sorprendente, porque al ser un equipo recién descendido estaba llamado a luchar por el ascenso. Pero algo ha pasado, y aunque ya es tarde para evitar el desastre no lo es para reflexionar y aplicarlo en el futuro. Aquí, allá y acullá los equipos de fútbol han servido para muchas cosas, y no siempre para metas deportivas. Canarias casi siempre tuvo un equipo en Primera División, y en los peores tiempos han estado los dos en 2ªA. Ahora estamos en la peor situación posible, y desde luego lamento que el CD Tenerife haya descendido, porque las rivalidades y los piques están muy bien cuando ambos clubs están arriba, y eso es lo que esperamos ver algún día, aunque con la relación cada vez más directa que tienen el fútbol y el dinero ese proyecto puede resultar imposible. A lo mejor, si miramos un poco por la cantera, dentro de unos años (décadas tal vez) ese milagro sea una realidad. Aunque viendo (en cualquier actividad) cómo se menosprecia a los que se quedan y se enaltece a los que salen, para que once canarios ganen una liga tendrán que ir vestidos con las camisetas del Barça o el Real Madrid. Medallas de oro de Canarias son Molowny, Pedrito y Silva, grandes futbolistas vestidos con camisetas foráneas. ¿De los que hicieron su carrera aquí nadie merece tal honor? Se me ocurre, por ejemplo Germán Dévora, en opinión de muchos el más grande futbolista que ha dado Canarias. Pero, claro, sólo jugó en la UD Las Palmas. No es ninguna tontería y ya ven el resultado de esta baja autoestima colectiva de una tierra que tiene como himno la música de una nana.
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