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La maldad y la inteligencia

Se ha dicho que la maldad es una manifestación de la inteligencia, y el pueblo parece corroborarlo cuando dice de alguien con pocas luces que «es un alma de Dios». Sobre esto, doctores tiene la Iglesia, supongo que algo tendrán que decir los especialistas, hhhh765.JPGaunque me niego a creer que sea así porque sería tanto como afirmar que las grandes mentes son una fuente de maldad, y sabemos de personas inteligentes que objetivamente son buenas personas. Esa teoría de relacionar la maldad con la inteligencia se ha ido aposentando en la sociedad sobre todo después de que se hayan popularizado esos asesinos en serie que aparecen en libros y películas. Son ficción, y su inteligencia que funciona como un reloj suizo viene a ser fruto de la maestría narrativa de quien escribe el libro o el guión de la película. Ahora se aplica lo mismo a la colectividad, y he escuchado en una radio que en estas sociedades avanzadas es donde se dan los crímenes más horrendos. Es cierto que hemos vistos cosas terribles sucedidas en Estados Unidos, Finlandia y la racionalísima Viena, abusos espeluznantes y masacres disparatadas. Pero ¿qué me dicen de las matanzas en Africa o Pakistán? Lo cierto es que la maldad existe, todos la hemos visto, pero quiero creer que no está relacionada con la inteligencia, porque también he visto malos muy tontos.

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¿Y ahora qué?

Tanto hablar del valor del voto y luego los pactos hacen de su capa un sayo. Con el disparatado sistema electoral que hay en Canarias, la cosa anda entre tres, aunque luego haya una cuarta pata que no suma 31 con ninguna. De manera que para gobernar es necesario que dos de esas fuerzas se unan. Se podría decir que el partido más votado tiene que tomar la iniciativa, pero ni así, porque ya hemos visto cómo, habiendo ganado con holgura las elecciones, un partido se queda en la oposición, o que el más votado no sea el que tiene más diputados, por causa de ese sistema electoral que roza la irracionalidad. 23mayo.JPGAsí que, aunque ya conocemos el escrutinio, no sabemos quién va a gobernar, como siempre. Está claro que habría que cambiar la manera de contar los votos, para que tengan el valor real que nos predican.
En cuanto a los cabildos y ayuntamiento, pues algo parecido. En Gran Canaria y en su capital no basta con ganar las elecciones, hay que hacerlo con mayoría absoluta porque si no es así la llave del gobierno acaba teniéndola una fuerza minoritaria, que es la que pone y quita reyes. También lo hemos visto y seguramente lo veremos otra vez. Ya no es solo una cuestión de regeneración democráctica -que también- sino de racionalizar las correspondencias entre el voto ciudadano y las cuotas de poder que finalmente significan. Porque en un ayuntamiento o un cabildo puedes tener 6 concejales o consejeros y carecer de capacidad de influencia porque suma mal, y en cambio se ha visto que una fuerza con dos concejales -incluso con uno- adquiere una relevancia enorme porque la aritmética le permite decidir. Muchas de estas carencias se solventarían con listas abiertas, pero también habría que mirar los porcentajes mínimos, el sistema D’Hont y el equilibrio entre votos y escaños. Pero es evidente que a los políticos que alcanzan el poder esto no les interesa, porque tal vez no saldrían elegidos. Y así nos va.

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Hoy es Día de Santa Rita

Pues sí, hoy es Día de Santa Rita, tenida por la tradición como abogada de lo imposible. Pues precisamente hoy tendríamos que hacer cambiar la denominación de la santa y convertirla en vehículo de lo posible. Se ha dicho en estos días que lo más valioso que una persona tiene en democracia es su voto, tratando de que no haya abstención, pero no usar el voto es también una opción en la que invertir ese valor del voto. De manera que cada uno debe actuar libremente.rittttta.JPG Otra cosa es que cuando se habla de democracia a muchos se les llena la boca, y ya he dicho muchas veces que democracia más que una forma de gobierno es una manera de vivir. Tenemos un sistema democrático perfectible y seguramente lo más razonable es tratar de perfeccionarlo, haciéndolo más participativo y menos desigual. No podemos seguir anquilosados en estructuras creadas hace treinta y cinco años que sin duda fueron buenas para entonces pero que hoy se quedan cortas. Al mismo tiempo, tampoco podemos tirar por la borda eso que hemos conseguido, que es importante. En un momento con este, los políticos en activo, las instituciones, los partidos políticos y la ciudadanía ha de tener mucha cintura para tratar de avanzar. Es un prueba de fuego que en este recodo de la historia tenemos delante, y que en este nuevo tiempo hay que actuar desde todos los vértices del polígono con la generosidad y la grandeza de ese momento de hace treinta y cinco años que evocamos. Por eso hoy vamos de hacer con nuestro voto lo que mejor creamos en conciencia, pero sabiendo que incluso no usarlo es una opción democrática y libre. Y a lo mejor hacemos a Santa Rita abogada de lo posible.