La maldad y la inteligencia
Se ha dicho que la maldad es una manifestación de la inteligencia, y el pueblo parece corroborarlo cuando dice de alguien con pocas luces que «es un alma de Dios». Sobre esto, doctores tiene la Iglesia, supongo que algo tendrán que decir los especialistas, aunque me niego a creer que sea así porque sería tanto como afirmar que las grandes mentes son una fuente de maldad, y sabemos de personas inteligentes que objetivamente son buenas personas. Esa teoría de relacionar la maldad con la inteligencia se ha ido aposentando en la sociedad sobre todo después de que se hayan popularizado esos asesinos en serie que aparecen en libros y películas. Son ficción, y su inteligencia que funciona como un reloj suizo viene a ser fruto de la maestría narrativa de quien escribe el libro o el guión de la película. Ahora se aplica lo mismo a la colectividad, y he escuchado en una radio que en estas sociedades avanzadas es donde se dan los crímenes más horrendos. Es cierto que hemos vistos cosas terribles sucedidas en Estados Unidos, Finlandia y la racionalísima Viena, abusos espeluznantes y masacres disparatadas. Pero ¿qué me dicen de las matanzas en Africa o Pakistán? Lo cierto es que la maldad existe, todos la hemos visto, pero quiero creer que no está relacionada con la inteligencia, porque también he visto malos muy tontos.