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Absurdo

27mayoo.JPGIonesco, Artaud, Genet, Becket y Pinter, estandartes del teatro del absurdo, han quedado como aprendices, porque nuevamente la realidad supera a la ficción. En el futuro, cuando se defina el adjetivo absurdo (también se una como sustantivo), se pondrá como ejemplo cualquier periódico español de esta semana. Después del descalabro electoral socialista del domingo, unos piden congreso, otros primarias con un solo candidato y Carme Chacón da una rueda de prensa para retirarse de una competición a la que todavía no se había presentado. El futuro de PSOE parece que va a quedar en manos de Rubalcaba, como si entre los 220.000 militantes socialista no hubiera nadie más que él, que ya en la era Zapatero era un vestigio del pasado. Y mientras se discute el destino de un partido, nadie se ocupa del Estado. Ya puestos, no me extrañaría que algún dirigente canario invitase al Barça a radicarse en Lanzarote, para que deje de tener problemas con los volcanes en sus partidos de Champions, protegido por la Virgen de Mancha Blanca. Y no me extrañaría que IU se abstuviera en Extremadura, con lo que daría el gobierno al PP. Comparado con la actualidad, el cine más delirante de Buñuel es un tratado de lógica.

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¿Pero es que no se han enterado?

Esa es la pregunta que surge cuando uno ve a los políticos haciendo cábalas que nada tienen que ver con el sentimiento y las necesidades de la ciudadanía. La última es la propuesta que ha entrado en el Parlamento de Cataluña para que se oculte la bandera española en los actos oficiales. Si me lo cuentan no me lo creo. Mi capacidad de entender es enorme, pero hay cosas que escapan a mi comprensión; no voy a enumerar los graves problemas que tiene nuestra sociedad, porque son muchos y evidentes, y con la que está cayendo lo único que se le ocurre a los políticos catalanes es abrir un debate sobre banderas. Pues qué bien, y lo siguiente será sobre la inmortalidad del cangrejo o la tonsura de los seminaristas.
c617x266_033CAT25FOT1[1].jpgNo soy un un furibundo perseguidor del nacionalismo como la derecha españolista (no confundir con el PP) o Mario Vargas Llosa. Creo que es bueno reconocerse en la propia historia, pero sin fanatismos, por lo que tampoco soy un nacionalista militante. Creo en los territorios, las circunstancias y los momentos, y desde luego este no es el momento para hablar de banderas. Debe ser que algunos tienen un solo discurso, que finalmente vemos que nada tiene que ver con el bienestar general, sino con la obsesión por lograr el poder o por mantenerse en él si ya se tiene. En cuanto a la bandera española, creo que olvidan los catalanes que procede de la senyera, de la que se han tomado dos franjas rojas y una gualda. Pero parece que a nadie, ni a los nacionalistas, les interesa la historia. Y ya saben, hay que conocerla para no repetirla.

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Encuentros en la III fase

Ha habido una lelecciones locales y autonómicas con los resultados que ya conocemos y los políticos, los partidos y los comentaristas siguen subidos a la parra, como si todo eso se dirimiera en otro escalón de la existencia y el mundo real nada tuviera que ver. Los perdedores hablan de su derrota con escasa autocrítica, y lo que plantean es qué hacer con su partido; no ven más allá.
2360195586_a3dfc1d92a_o[1].jpgLos ganadores pregonan sus proyectos y tratan de extrapolar su victoria a unas posibles elecciones generales anticipadas. Ya sabemos que no hay correspondencia exacta entre unas elecciones y otras, aunque es evidente la tendencia, pero con el porcentaje conseguido el domingo el PP no alcanzaría mayoría absoluta, IU quintuplicaría sus escaños, los grandes partidos nacionalistas ocuparían un gran arco parlamentario y el PSOE se derrumbaría. Esa es la tendencia, sin duda, pero creo que no en esa medida, porque las elecciones generales tienen otras claves. Lo que sí echo en falta -hace tiempo y ahora más- es una conjunción de los políticos de todos lo partidos, empeñados en sacar a este país de la situación en que está. Si ya se saben unos salientes y otros entrantes, que arrimen el hombro, que hablen con los chicos de Sol a ver cómo se sustancia ese vago maremágnum de propuestas, que pongan firmes a los gobiernos autonómicos para que entren en un juego solidario, que dialoguen con los empresarios y los poderes financieros para empujar todos en la misma dirección. Pero no, aquí cada uno a lo suyo y la casa sin barrer. Es como si hubieran sido abducidos por la ansiedad de llegar al poder o el terror de perderlo. Para hablar con ellos de la realidad hay que tener un encuentro en la III fase, porque se olvidan de que el poder no debe ser un fin, sino un medio para organizar lo colectivo.