Absurdo
Ionesco, Artaud, Genet, Becket y Pinter, estandartes del teatro del absurdo, han quedado como aprendices, porque nuevamente la realidad supera a la ficción. En el futuro, cuando se defina el adjetivo absurdo (también se una como sustantivo), se pondrá como ejemplo cualquier periódico español de esta semana. Después del descalabro electoral socialista del domingo, unos piden congreso, otros primarias con un solo candidato y Carme Chacón da una rueda de prensa para retirarse de una competición a la que todavía no se había presentado. El futuro de PSOE parece que va a quedar en manos de Rubalcaba, como si entre los 220.000 militantes socialista no hubiera nadie más que él, que ya en la era Zapatero era un vestigio del pasado. Y mientras se discute el destino de un partido, nadie se ocupa del Estado. Ya puestos, no me extrañaría que algún dirigente canario invitase al Barça a radicarse en Lanzarote, para que deje de tener problemas con los volcanes en sus partidos de Champions, protegido por la Virgen de Mancha Blanca. Y no me extrañaría que IU se abstuviera en Extremadura, con lo que daría el gobierno al PP. Comparado con la actualidad, el cine más delirante de Buñuel es un tratado de lógica.