¿De aquí o de fuera?
Aunque nos pese, la actividad cultural canaria está marcada por las administraciones públicas, sean cabildo, gobierno o ayuntamiento. Siempre son los políticos los que deciden qué y cómo hacer las cosas, de manera que finalmente a la hora de ejecutar una trayectoria cultural quienes en verdad crean cultura simplemente son comparsas que muchas veces ni siquiera bailan. Y siempre acuden a los mismos nombres, qua ya suenan a tópicos de tanto marearlos: cuando no nos atiborran con Galdós acuden a Oscar Domínguez, Martín Chirino o Manolo Millares. Es decir, los que han sido certificados por Madrid, París o Nueva York son los que valen. Es como una velada invitación para que quienes quieran hacer algo salgan pitando de aquí, que luego, si les parece, les pondrán una calle o la harán una exposición retrospectiva. No se trata de si lo que se hace vale o no vale, sino de que haya salido o sea un «pringao» que vive en Canarias. La última muestra la hemos visto en el reciente Festival de cine, en el que actrices canarias mediocres (incluso alguna malísima) son invitadas y recibidas con rango de capitán general, y les aseguro que por aquí las hay muy buenas, pero no cuentan, viven en Canarias. Para los políticos, la cultura canaria fetén es la que se hace en Madrid, París o Londres. Es lo que hay.