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Perplejo e indignado

zz2442-1[2].JPGA la manifestaciones del ministro de Asusntos Exteriores de Marruecos ayer en Madrid es que no sé que contestar, porque se me atropellan las razones y las palabras después de 35 años de conflicto en el Sahara Occidental. Parece una parodia de toda una política de ocupación y violación de los Derechos Humanos por activa y por pasiva. Si es enorme la indignación que me produce que el Gobierno de Marruecos mate al mensajero echando las culpas de su desmanes a la prensa española, mi perplejidad alcanza cotas estratosféricas al ver la cara de embeleso con que los mira Trinidad Jiménez en la foto publicada ayer por este medio. No debería extrañarme, esa es la política complaciente de todos –insisto, todos– los gobiernos de España desde 1975.

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La intolerancia y el machismo

zSakineh_Mohammadi_Ashtiani[1].jpgEspero que a esta hora las autoridades iraníes no hayan ejecutado a Sakineh, la mujer que fue condenada a ser lapidada por adulterio y por colaborar en el asesinato de su marido. Ante la presión internacional cambiaron la lapidación por la horca, todo un detalle. El problema básico en este asunto es que nunca se ha celebraco contra Sakineh un juicio por asesinato, de manera que se han empeñado en ejecutarla sea como sea, y eso atenta contra los más elementales principios de la justicia; es decir la ajustician sin juicio. El caso es que sirva de escarmiento y a la vez como mensaje político de que ellos hacen lo que les da la gana. Está claro que incluso si fuera culpable y se hubiera celebrado un juicio, tampoco hay que matarla, porque la pena de muerte es inhumana. Ya sé que dirán que también lo hacen en Estados Unidos, pues también allí es inhumana. Ojalá esta ejecución anunciada para hoy finalmente no se produzca, se esclarezcan los hechos y haya justicia para esta mujer. Seguir lo que quiere Teherán es una muestra más de intolerancia y desde luego el colmo del machismo.

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Más madera rosa

Los soldados marroquíes siguen pisando los Derechos Humanos en el Sahara y no parece que eso sea importante. Lo que se comenta mucho en estos días es la serie que han hecho sobre Los Príncipes de Asturias, y uno tiene que escuchar frases que podrían colgarse en el museo de las chorradas: Letizia ha llevado la modernidad a la monarquía, una plebeya nunca podrá comportarse como una princesa de sangre real, el Príncipe es un hombre como los demás y tiene derecho a casarse por amor, y otras sandeces obvias.
zlzzetizia_4[1].JPGPara empezar, no he visto la serie ni me interesa demasiado, pero es imposible abstraerse al ruido. No sé si es técnicamente buena o mala, pero si lo que pretendía era crear buena imagen de los Príncipes les ha salido mal; si por el contrario querían ridiculizar el asunto, les ha salido redondo. Y es que en estos tiempos no se puede estar seguro de dónde proceden los tirones republicanos, que en estos momentos me parece que vienen más de la ultraderecha que de los republicanos de siempre. Para empezar, es imposible modernizar una institución que es antigua por definición, y si entramos en todo los demás la conclusión es que hay una contradicción entre tener muchos privilegios por cuna y pretender al mismo tiempo ser un hombre como los demás. Y encima se le da a todo esto un tratamiento propio de la prensa rosa.