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La faceta política de Domingo Rivero

Da la casualidad de que el poeta Domingo Rivero (1852-1929) falleció el 8 de septiembre, Día del Pino, hace 81 años, y por ello y por otras razones lo traigo hoy a esta página. Domingo Rivero ha sido durante casi todo el siglo XX tenido como el D’Artagnán de los tres mosqueteros que fueron Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón. Eran cuatro los poetas, aunque Rivero era mucho mayor que los otros tres, y acaso por eso y porque dio en vida poca obra a la estampa se ha tardado mucho en reconocer su obra. Desde siempre hemos conocido el bellísimo y profundo soneto Yo a mi cuerpo, pero la obra del poeta, aunque no amplia, sí que es mucho más extensa de lo que en principio se podría suponer. Por fortuna, sobre todo después de la aparición de sus poemas en la Biblioteca Básica Canaria en las postrimerías del siglo XX y los trabajos en torno a su obra realizado por distintos estudiosos (especialmente Eugenio Padorno), la voz de Domingo Rivero está ocupando el lugar que le pertenece en razón de la obra y su tiempo.
dr3.jpgNo voy a entrar en valoraciones y análisis de su poesía, puesto que doctores tiene La Iglesia, pero sí que haré notar cómo hasta la fecha apenas se ha hablado de la trayectoria política de Domingo Rivero, pues no olvidemos que estamos hablando de uno de los fundadores de la Juventudes Republicanas en Las Palmas en el año 1869, en plena vorágine republicana, pues sólo un año antes había sido derrocada Isabel II. Su vida se movió entre la amistad con los tres poetas citados y la discreción exigida por aquella sociedad a un Relator y Secretario de la Audiencia de Las Palmas, por lo que, una vez pasados los impulsivos movimientos de juventud, mantuvo un silencio político que ahora sabemos que era impuesto, ya que en sus poemas se refleja esa inquietud política que lo arrastró en su época de veinteañero.
La peripecia vital de Domingo Rivero en esa primera juventud es digna del protagonista de la más dinámica novela de aventuras. Después de su participación en los movimientos republicanos en su isla, tuvo que poner tierra de por medio en 1869, con apenas 17 años, y fue a recalar nada menos que al París de la Comuna, cuando los movimientos populares logran derrocar al emperador Napoleón III, y con ello liquidar definitivamente la monarquía en Francia. Aquel episodio de 1870, que duró sólo 60 días, ha sido destacado como el primer gobierno popular de la época moderna, y es que en ese año cambió el rostro de Europa, después de la derrota francesa en la guerra franco-prusiana y el sitio y la conquista de Roma por las tropas unificadoras italianas, lo que liquida en la práctica el poder temporal de la Iglesia Católica, hasta el punto de que el Papa Pío IX se declara preso en el Vaticano.
dr1.JPGEspaña no era ajena a estos movimientos que tenían como motores el regeneracionismo, el liberalismo, el anarquismo y el marxismo, aunque en realidad es sólo teoría reivindicada por cada una de estas ideologías, puesto que lo que confluye de forma palpable es el descontento, que quita y pone reyes, funda repúblicas y es capaz de desafiar nada menos que al poder Papal. En España tiene lugar un sexenio que se cerraría con el pronunciamiento de Martínez Campos en Sagunto y la restauración de la monarquía en la persona de Alfonso XII, después de una república efímera y una monarquía italiana que duró un suspiro.
Domingo Rivero vive por lo tanto la Comuna en primera fila, o al menos es testigo presencial de un hecho histórico de semejante envergadura. Luego se va a Inglaterra, donde permanece hasta 1873, año en que vuelve a España, y es entonces, con 21 años, cuando empieza a Estudiar Derecho en Sevilla, carrera que termina en Madrid. En esa época hace amistades y crea vínculos que quedan reflejados en su obra, como su relación con Fermín Salvochea, un interesantísimo personaje, líder anarquista andaluz que llegó a ser alcalde de Cádiz. Ya en el ocaso de su vida, Domingo Rivero escribe un soneto dedicado a este personaje:
dr2.JPGEn Cádiz se ha publicado un libro (102 razones para conocer a Salvochea) en el centenario de la muerte de esta figura, y en él está referido este poema, como muestra de la relación del poeta con el líder anarquista.
Como la mayor parte de los poetas canarios, en la guerra de 1914-1918 Rivero tomó partido por los aliados, y si Tomás Morales dice en su poema a las ciudades bombardeadas «más generoso que el cañón, el tiempo/ y más artista», apenas acabada la guerra y consumada la vergonzosa Paz de Versalles en la que se humillaba a Alemania, Domingo Rivero escribe en 1918 un poema que casi es una terrible profecía de lo que ocurrirá después, pues él veía que la herida se cerraba en falso. Es el poema que aparece arriba en blanco sobre fondo negro, que forma parte de un poema mayor secuenciado con motivo del final de la guerra.
Queda, pues, clara, la vertiente política de Domingo Rivero, y tal vez sea hora de que se indague y profundice en ella, aunque sea tardíamente, como sucedió con su poesía.
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(Este trabajo fue publicado en el suplemento cultural Pleamar de la edición impresa del Canarias7 el pasado miércoles).

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Nueve años del 11-S

250px-National_Park_Service_9-11_Statue_of_Liberty_and_WTC_fire[1].jpgNueve años después del 11-S, estamos peor que estábamos. Una guerra inútil en Irak, que derribó a un dictador y luego sumió en el caos y la miseria a la población. Encima ha hecho que Al Qaeda, que antes no estaba en Irak, ahora mate un día sí y otro también. Otra guerra en Afganistán, donde no ha podido vencer nadie en toda la historia conocida, tal es la dureza del territorio y del clima. No sólo fueron derrotados hace unos años los soviéticos (con la ayuda nortemericana en la creación del movimiento talibán), también fueron rechazados todos los ejércitos que intentaron ocupar aquel territorio, desde el legendario Gengis Khan hasta los británicos en la cima de su imperio.
Nueve años después del ataque al World Trade Center, los fabricantes de armas son más ricos, nada sabemos del atentado contra el Pentágono y crece el fanatismo entre algunos sectores norteamericanos (Terry Jones, por ejemplo). No le temo a los libros sagrados sino a las interpretaciones que los hombres hacen de ellos, y estoy seguro de que cuando las tropas norteamericanas regresen (tarde o temprano volverán también de Afganistán) dejarán peor las cosas que antes, no sólo en los países en guerra, sino en todo el mundo, y si no vean qué está pasando con Al Qaeda de Africa Occidental. Y buscarán otra guerra externa, porque su dinámica económica, política y social no les permite hacer otra cosa; es una sociedad diseñada para eso desde que ocuparon aquella tierra matando indios.

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El accidente de Barajas

El 20 de agosto de 2008 se estrelló al despegar en Barajas un avión de Spanair que iba con destino a Gran Canaria. Murieron 154 y sólo hubo 18 supervivientes. Desde entonces, nadie ha arrojado luz sobre el asunto y hay muchas preguntas sin contestar y seguramente responsabilidades que establecer. AENA tira de la brasa para su sardina, los controladores de Barajas lo mismo, la compañía aérea no convence sobre las acciones de mantenimiento, no se entiende por qué no se cambió de avión cuando se produjo la primera avería que retrasó el despegue, los fabricantes americanos del avión tratan de salvar la imagen de su marca, las compañías de seguros están a ver cómo se escabullen y las comisiones de investigación del accidente (la técnica y la jurídica) en Belén con los pastores. Por muy laberíntica que sea la situación, a mí no hay quien me haga creer que, con la tecnología que hoy existe y con los datos con que hoy se cuentan, después de dos años no se haya contestado a ninguna pregunta y que no haya un dictamen técnico definitivo como Dios manda.
zbarajas.JPGHan pasado más de dos años, y ni a los seis meses, ni al año, ni nunca, los políticos de aquí y de allá, que son los representantes legítimos de los ciudadanos (y por lo tanto de los accidentados) han estado en su sitio. El Gobierno de Canarias y el Ministerio de Fomento tendrían que haber hecho valer las leyes, exigiendo, ordenando y obligando a resolver el asunto, porque en democracia cuando hay que dar un golpe sobre la mesa, se da. No estamos hablando de un equipo de fúbol que pierde un partido importante y los jugadores, los directivos y el entrenador no comparecen en rueda de prensa. Hablamos de 154 vidas humanas segadas todavía no sabemos por qué.
Y los políticos se suben al carro dos años después, cuando una cadena de televisión emite una serie de ficción basada en el accidente (no entro en eso, es otro tema y bastante menor comparado con lo sucedido, la chapuza que se ha hecho después y las imágenes reales que una y otra vez emiten los noticiarios o los supuestos y morbosos documentales). Ahora sí que salen los políticos a decir lo que ellos creen que los demás esperan oír. Eso es demagogia populista, porque yo los creería si hubieran presentado una pregunta parlamentaria sobre la investigación, si se hubieran ocupado de mover los hilos que tienen a su alcance para impulsar el esclarecimiento de los hechos, y sobre todo que se hubiera hecho a su debido tiempo. Ahora es tarde, ya se les ha visto el plumero. Lo de la serie de Telecinco puede calificarse de inoportuno, doloroso, carroñero o lo que se quiera (seguramente será todo eso, pero ya digo que es otro tema y una anécdota en medio de la tragedia); el problema importante es el dictamen de la Comisión para delimitar responsabilidades y actuar en consecuencia. Con la vida humana no se juega, y hay que saber si hubo negligencia, error o incluso mala fe. Si ha sido así, que se responda ante los tribunales. En un Estado de Derecho no hay otra. Mientras no se sepa qué y por qué sucedió puede volver a ocurrir.