En el mercado de la imagen, los hombres que mejor se venden son los que tienen alguna característica propia. Si es guapo, mejor, pero hasta los feos y enclenques tienen su público, y si no miren cómo le ha ido a Wody Allen y cómo le fue a Martin Feldman. Las mujeres, en cambio, tienen que ser guapas, jóvenes, altas y a ser posible rubias, con un cierto volumen pectoral, pómulos salientes y labios carnosos. Como resulta que ese modelo sólo sale de las fábricas de la muñeca Barbie, hay una legión de modelos, actrices y presentadoras que aspiran a ser la sombra de Claudia Schiffer, y a mi parecer todas acaban siendo iguales. Es más, las que no tienen complexión parecida a la de la Schiffer, también intentan resaltar sus pómulos, abuchar sus labios y abultar sus senos. Se lleva la belleza «plástica», y como las prótesis de silicona se deben fabricar en serie, para economizar, cuando uno enciende la tele no sabe muy bien qué Barbie es la que está viendo.
Un comentario en “Barbie”
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¿Qué tiempos aquellos de Bette Davis, eh?