Razones históricas para una candidatura
Las Palmas de Gran Canaria ha presentado su candidatura a ser Capital Cultural europea en el 2016, y esa es una decisión controvertida pero que, finalmente, como canarios debemos apoyar. Hay elementos positivos y negativos en esta propuesta, o más bien en las razones que tiene nuestra ciudad para postularse entre otras candidaturas españolas muy respaldadas. Tal vez el solo hecho de presentarse sea un plus de publicidad para Las Palmas, pero creo que con el antecedente de que en 2014 la ciudad va a ser una de las sedes del Mundial del baloncesto se puede tratar de impulsar esta otra candidatura.
Empezaré con lo negativo para no echar abajo al final algo que parezca un castillo de naipes y que en realidad no lo es. Esta candidatura es cuando menos apresurada, y se produce en un momento en el que la cultura de esta ciudad no pasa por sus mejores momentos. La crisis es para todos, pero desde antes de que se produjera ya se apreciaban signos de debilidad. Porque esta ciudad ha ido eliminando uno a uno edificios singulares que podrían haber tenido un uso cultural importante: los cines Rialto, Avenida y Capitol, tres salas que tenían una trayectoria histórica importante en las artes escénicas y unas condiciones excelentes (sobre todo el Capitol) son hoy edificios de viviendas, mientras el Centro Insular de Cultura no se ha recuperado, el Teatro Guiniguada se dilata en el tiempo y el cacareado rockódromo es ya pasto del olvido.
Y si con estas salas la música (todo tipo de música), el teatro y la danza han perdido oportunidades, son cada vez menos las salas dedicadas a las artes plásticas. Si hablamos de literatura hay que echarse a temblar por la pobreza de nuestra Feria del Libro, y así sucesivamente. Con un par de salas de exposiciones decentes, dos teatros y un auditorio, una ciudad como la nuestra tiene poco que presentar como aval de su candidatura, si nos referimos a espacios físicos y actividades de gran calado.
Por eso debemos buscar lo positivo. Y en este punto hay dos apartados que bien podemos esgrimir: por un lado los festivales que se celebran en la ciudad; por otro el pedigree histórico de Las Palmas de Gran Canaria como avanzadilla de Europa en Africa y América. En el primer punto hay que destacar sin duda el Festival de Música de Canarias, uno de los más importantes del invierno europeo, así como el Festival de Cine, el de Jazz y sin duda el Womad, que cada otoño nos trae las músicas de muchas etnias y culturas, haciendo honor a lo que siempre fue la ciudad: un cruce de caminos que hizo historia.
No podemos olvidar la enorme importancia (aunque las instituciones no se la den) que tiene el Museo Canario, una joya de la arqueología, que con sus fondos nos da lecturas no sólo del pasado de los aborígenes canarios, sino de otras culturas en el noroeste de Africa, que pueden ser estudiadas a distancia puesto que allí las condiciones para ello no son hoy las óptimas. Tenemos también el Museo Pérez Galdós, que está dedicado al mayor novelista del siglo XIX en nuestra lengua y que, junto a los congresos galdosianos podría ser también un foco importante de atención exterior.
Y si seguimos hablando de museos tampoco podemos dejar de lado el CAAM, y nuestro barrio de Vegueta, que es como un museo vivo de la colonización canaria como antecedente de la de América. Hay que reivindicar la Catedral de Santa Ana como edificio inspirador de toda una arquitectura colonial en América. Ahora se habla mucho de la importancia en este punto de la catedral de Jaén, y es cierto que aquella es una joya, pero este prestigio está impulsado por la Junta de Andalucía, mientras que el Gobierno de Canarias olvida una y otra vez al edificio más importante de esta parte del Atlántico. Además, Jaén no estaba en la ruta de América, Las Palmas sí, y por ello su vinculación histórica con aquella arquitectura es más evidente.
Hace quince años se perdió una oportunidad de oro de hacer en esta ciudad un Museo del Cine, con los fondos que donaba Andrés Calvo, que como sabemos posee una de las colecciones cinematográficas más importantes del mundo. Nadie le hizo caso, y entonces tenía ofertas de otros lugares, pero él se mantuvo firme porque quería que sus fondos quedasen aquí. No sé cómo está hoy ese asunto, pero sin duda sería un elemento que daría más protagonismo al cine, yendo de la mano del Festival. Este museo cinematográfico generaría beneficios, por los derechos que pagan muchas publicaciones que utilizan sus fondos. A lo mejor aún no es tarde para este proyecto.
Y está la propia historia de la ciudad, que durante cuatro siglos fue el puerto de referencia de Canarias en la ruta americana. Hoy sigue siendo el primer puerto canario, pero su historia es más brillante que su presente. La Bahía de La Isleta estaba en todas las cartas de navegación de la Edad Moderna, un abrigo singular y un punto de anclaje y reposo antes de continuar viaje. Toda esa historia también nos avala frente a candidaturas como la peligrosísima de Gijón-Oviedo, que se está trabajando el apoyo de los Premios Príncipes de Asturias europeos.
Las Palmas de Gran Canaria debe acreditar su diferencia, porque nuestra historia y nuestra trayectoria es distinta, determinante en muchos casos en el devenir de la historia de muchas naciones. Y esto que suena rimbombante es así, nadie puede discutirlo porque desde Colón a Magallanes, y de Vespucio a Valdivia, todos los grandes viajeros fondearon en nuestro puerto y bebieron nuestra agua.
(Este trabajo fue publicado el pasado miércoles en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7)