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Los narcoescritores en un México nuevo y terrible

Cuando el PRI perdió las primeras elecciones en diciembre de 2000, se rompió el status quo que mantenían los narcotraficantes y el anquilosado y dictatorial partido desde hacía décadas. Surgió una nueva situación que es la que vivimos ahora, con una escalada de violencia que más se parece a una guerra civil que a un enfrentamiento de la policía con los delincuentes, porque también hay guerras entre bandas por el dominio de un territorio. La crueldad es tremenda, se han puesto de moda las decapitaciones y la sangre corre a mansalva.
vv09.JPG En México el poder ya no está en las instituciones, y hay que contar siempre con el cártel que impera en la zona, cuando no con varios enfrentados entre sí. Los hombres fuertes ya no son los ministros o los hacendados, sino los jefes de los cárteles. El Estado aparece contra la pared, porque el dinero de la droga corrompe a jueces, policías, diputados y a cualquiera, y si no es el dinero es el miedo. Ni en la Colombia de los años noventa, con la potencia de los cárteles de Medellín y Cali, un estado se ha visto nunca tan impotente contra el crimen organizado.
Y esto lo cuentan novelistas como Elmer Mendoza, Martín Solares o Yuri Herrera. Y ya no sabemos si contar este ambiente puede ser peligroso, porque todo se ha desbaratado en los dos últimos años. Ya hemos visto cómo está perseguido por la Camorra napolitana el novelista Roberto Saviano (esto es en Italia, pero casi lo mismo), y hasta los cantantes mexicanos que cantan narcocorridos están en la cuerda floja. Ya han caído algunos. Pero los que de verdad están en peligro son los periodistas, que son asesinados uno detrás de otro a poco que se atrevan a escribir. De momento, los narcotraficantes matan periodistas que se acercan a la verdad, pero también desde la ficción se puede llegar a ella. ¿Comenzarán entonces a matar escritores?

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Europa como referente

La UE es ya la tercera potencia demográfica, con 500 millones de personas, detrás de China e India. Ya sé que muchos dirán que en Europa hay dos docenas largas de estados, otras tantas lenguas, media docena de religiones bien aposentadas y que sólo es una entidad económica. Es cierto, pero no hay que olvidar que China e India tampoco son uniformes, aunque desde aquí lo parezcan. También hay muchas lenguas, y si no hay estados sí que existen sistemas sociales muy diversos, incluso en esa China que quiere aparecer internacionalmente monolítica.
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A favor de nuestra forma de vida tenemos que decir que no hay una lengua que se imponga a las otras por la fuerza, ni un estado que domine a los demás. De hecho hemos estado seis meses presididos por Chequia, cuyo presidente es de aquella manera, y Chequia no es precisamente una gran potencia.
En contra hay que decir que faltan arrestos en la UE para dejar de bailarle el agua al imperio americano, que nos pringa siempre con los pifostios que monta por todas partes. Nos involucró en Irak y Afganistán, antes lo hizo en Los Balcanes y ahora presiona descaradamente para que la UE deje entrar a Turquía, donde no son campeones en respeto a los Derechos Humanos, sobre todo de las mujeres. Eso le falta a Europa, hacerse respetar por los grandes y tener su propia política.

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Polemistas de cartón-piedra

Hay algunos humanos terribles, sobre todo aquellos que tienen pasión por discutir, porque se invisten de un ropaje de intocables y siempre son los demás quienes tienen la culpa. Da igual de lo que se hable, siempre están enfrente.
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Hace unos años, cuando el telecupón lo dadan unas chicas ligeras de ropa, solía verlo junto a una persona mayor. Un día yo le decía que era muy agradable ver el sorteo con chicas tan guapas, y esa persona se me oponía tratando a las muchachas de lo peor. Al día siguiente yo decía que las chicas eran unas desvergozadas vestidas así, y la misma persona las justificada diciendo que eran muchachas serias y que de algo tienen que vivir.
Hagan la prueba; ante este tipo de personas -que abunda, no crean-, defiendan una postura sobre algo y esa persona sacará la otra, y discutirá aunque se trate de la ley de la gravedad. Si en otra ocasión defienden la opción contraria con la misma persona, no crean que va a estar de acuerdo, volverá a ponerse enfrente. Son así, polemistas de cartón-piedra, porque he oído decir cien veces que Zapatero o Rajoy están equivocados. Y la gracia está en que la misma persona me ha dicho un día que Zapatero lo hace mal y al día siguiente el inepto es Rajoy, depende siempre de a quién primero yo le haya colgado la eficacia o la ineptitud. En el fondo, son divertidos, porque uno no puede tomárselos en serio.