Erase una vez una mujer y un hombre que formaban una pareja. Deseaban tener un hijo, y como siempre se ha dicho que los niños venían de París, fueron a informarse en el consulado de Francia. En la misma entrada del edificio, encontraron al portero, que era un viejo conocido. Se saludaron y comentaron la razón de su visita al consulado francés. Entonces, el portero les dijo:
-Encargar un niño a París es un riesgo, porque te puede venir cualquier cosa. Me han dicho que es mejor hacer los trámites en Barcelona, pues los resultados se ajustan más a lo pedido.
Pues si esa era la gran novedad, nuestra pareja se subió a un avión y se presentó en Barcelona. Preguntaron en el aeropuerto y les dijeron que esos encargos se realizaban a una florista de Las Ramblas, que se ubicaba junto a la tercera farola después del Gran Teatro del Liceo. Resultó ser la primera florista de azul de la derecha de la foto, que les dio un formulario:
-Aquí vienen cien características. Ustedes las piden y trataremos de ajustarnos lo más posible a su petición. Normalmente podemos atenderles en un 80%, pero ha habido parejas que han logrado hasta un 90% de lo pedido. Pero no olvide que como su petición sea satisfactoria tendrá que ser del Barça de por vida.
Se fueron a un hotel cercano y rellenaron el impreso. Se dieron cuenta de que el pelo, los ojos o el cuerpo del bebé les daba lo mismo, sólo querían dos cosas: que fuese buena gente y que viniera con los instrumentos necesarios para aproximarse a la felicidad. Pero ya que podían elegir más cosas, eligieron, y si las traía por añadidura, mejor. Salieron del hotel, entregaron a la florista el cuestionario cumplimentado y se fueron al cine Coliseum a ver Lawrence de Arabia que estaba de reestreno. No sería raro que por ello al niño futuro le gustase mucho el cine.
El bebé les llegó el 2 de mayo siguiente, y fecha tan madrileña les puso siempre en la duda sobre si adscribirse al Real Madrid o hacer caso a la florista culé. El recién llegado venía acompañado de una nota de la florista en la que decía que se había conseguido cien de cien, por lo que el bebé enviado sería una persona muy especial y un caso único. Pasado el tiempo, a la totalidad de las cien peticiones se unió la constancia de que el niño también era buena gente.
Sobre la felicidad nunca se sabe, porque siempre es un arcano y además es subjetiva, pero si el niño llega a ser sólo la mitad de feliz de lo que sus padres le desean, seguro que será muy feliz, sobre todo el día de su cumpleaños cuando salga a celebrarlo. Y dará igual si gana el Madrid o el Barça.
***
(En la foto se ve a la florista que acababa de recibir la petición cumplimentada y que se la había dado a la otra mujer que está al lado para que la tramitase. La pareja se perdió entre la multitud camino del cine Coliseum bajo la sombra de las acacias de Constantinopla que bordean La Ramblas ).
2 opiniones en “Un cuento de mayo que a lo mejor es verdad”
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No creo que el niño del cuento tenga problemas en ser del Barça, y menos en la actualidad, que juega de lujo; pero se lo habrían puesto difícil si la exigencia hubiera sido ser de la Unión Deportiva! En cuanto a lo de Lawrence, creo que con eso no sólo consiguieron que sea cinéfilo, sino paciente!
.Mis padres, allá en mi pais,que no es españa,precisammente por culpa de la cigueña,que en mi pais no es cigueña sino condor-intercambian los pasajeros como cualquier linea aerea-como cada vez que recibian el niño no les salía nada parecido al solicitado,seguian haciendo pedidos.Estas falencias en las entregas, originaron algo que despues llamaron explosion demografica y una gran variedad de tonos y sabores y es por eso que igual encontramos negros, rubios,mulatos y demas.En Europa es menester reconocerlo,las entregas son más eficientes.