Desde que en 1977 el Consejo Internacional de Museos (ICOM), instituyó el Día Mundial de los Museos, el 18 de mayo ha ido tomando carta de naturaleza en distintos países, pero hay que decir que en España esta es una celebración que ha tardado mucho tiempo en cuajar, porque también es cierto que partíamos de unas posiciones muy atrasadas, como en casi todo.
La idea general es que un museo es una especie de almacén de cosas del pasado que hay que conservar casi más por respeto que por necesidad cultural. Y no es así, porque los museos existen desde muy antiguo, y se tienen noticias de su presencia desde la ocupación helenística de Egipto, cuando Alejandría era la ciudad donde se guardaba todo el saber posible entonces, que era mucho.
Sabemos que las musas eran quienes guardaban la memoria, y los museos son eso, memoria que necesitamos para saber quiénes somos. La Declaración de San Salvador de Bahía del 28 de junio de 2007, en el congreso celebrado entre representantes de la organización Ibermuseos, una de las entidades más importante del planeta es esta materia, exige de los gobiernos y demás administraciones públicas mayor atención a esos guardianes de la memoria que son los museos.
El museo como conservación tipo Louvre o Prado procede de la Ilustración. Sin embargo, hay nuevas concepciones del museo (en Historia del Arte se estudia Museología y Museografía) y se valora el museo no como mero contenedor, sino como generador de conocimiento, un centro en que se expone algo que sirve para articular discursos teóricos, publicaciones, actividades formativas, en suma algo más activo. Y luego está le caso de los museos de la ciencia, muy en boga desde los 80, que no exponen nada, son edificios con módulos y experimentos con valor didáctico.
Canarias tiene una particularidad dentro del Estado español: es la única comunidad autónoma que no es titular de un solo museo. Al negociar las transferencias a los Cabildos en materia de cultura, los museo quedaron todos en el lado de las instituciones insulares, y de ahí las características especiales que las políticas museísticas tienen en Canarias, porque al Gobierno lo único que le corresponde es poner dinero presupuestado sobre la mesa, y luego es cada cabildo el que lo gestiona, cuando no es un ayuntamiento, porque también algunos museos cayeron bajo la jurisdicción de los municipios.
Esta particularidad puede que tenga algunas ventajas, como la cercanía en la gestión que es lo que siempre se proclama cuando se grita ¡Viva Cartagena! en cualquier ámbito, pero tiene el inconveniente de que casi nunca se mire más allá del horizonte de la propia isla creando de esta forma políticas cerradas. Se ha pensado también que determinados museos podrían ser también un reclamo turístico y por lo tanto un mecanismo que incide en la economía. Es evidente que una ciudad marinera como Las Palmas de Gran Canaria, con un puerto grande tanto en su potencia como en su historia, merece un Museo de la Navegación; piénsese que en nuestra bahía, aparte de piratas de toda ralea que en sus países son leyenda, también fondearon nuestros propios piratas (quiero decir conquistadores), de paso hacia el Nuevo Mundo o a darle la vuelta al planeta: Magallanes, Elcano, Juan de la Cosa, Vespucio, Alonso de Ojeda (este Ojeda a veces lo escriben con H), Alvar Núñez Cabeza de Vaca (este se llamaba así, lo juro)…
Otro de los museos que podrían tener su espacio en nuestra ciudad es el del Cine. Sí, el del Cine, porque partimos de una de las colecciones particulares más increíbles que existen, la de Andrés Padrón, y que tanto las administraciones municipales como las sucesivas del Cabildo han dejado pasar. Tampoco el Gobierno se ha interesado, y ya sabemos que no tiene titularidad en ningún otro museo, pero bien que se involucró presupuestariamente en el de La Ciencia a través de la Consejería de Turismo. Es una lástima que un museo de esta naturaleza no sea ya una realidad, cuando el dueño de la colección daba todo tipo de facilidades. Que nadie se mese los cabellos si un día cualquiera la colección de Andrés Padrón va a parar a Barcelona, París, Chicago o una ciudad ahora poco nombrada que obtenga nombradía precisamente por crear un mueso único del Cine. Hace 15 años que repito esta historia, así que lleva mucho tiempo, pero nadie escucha y así nos va.
Por otra parte, está el Museo Canario, que es una entidad privada porque no puede ser otra cosa, ya que así lo dispuso el testamento del Doctor Chil y Naranjo, su creador. Pero, sea cual sea su titularidad, el Mueso Canario es único en el mundo, una joya de la ciencia que puede servir para conocer más sobre el pasado de la Humanidad. No hay que instalarlo, ya está hecho desde hace más de cien años, sólo hay que conservarlo y promocionarlo. Como saben, ha habido problemas con eso, y tenemos que entonar la misma canción.
Por lo tanto, el Día de los Museos viene bien para recordar que en Las Palmas podría haber un Museo del Cine que incluso generaría beneficios por los royalties (eso lo contaré otro día), habría que poner en primera línea el Museo Canario, crear un Museo de Arte Moderno en el que podamos admirar una muestra permanente de nuestro artistas (Felo Monzón, Santiago Santana, Jorge Oramas, Eduardo Gregorio, Plácido Fleitas, Jesús Arencibia, Manolo Millares, Martín Chirino…) y dinamizar los que existen para que la gente no siga viéndolos como cenáculos de unos cuantos elegidos, que a veces no se les entiende de tanto que saben.
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Este trabajo se publicó ayer en el suplemento Pleamar de la edición impresa de Canarias7
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