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Lo de Guinea se veía venir

Está claro, se veía venir lo de Guinea, como se vislumbra un estampido en cualquier país africano en el que el hambre, la miseria y el abuso contrastan con las enormes riquezas naturales que poseen. Unos pocos se hacen con todo, compinchados con las grandes multinacionales de Occidente, y se alimentan guerras civiles que dan ganancias adicionales a los fabricantes y traficantes de armas. Lo hemos visto en películas como Diamantes de sangre o El jardinero fiel. Pero nadie quiere escuchar. Ya escucharán.
zz.jpgDicen que el ataque al palacio presidencial de Malabo no es un golpe de estado. Da igual, la paciencia tiene un límite, y el saqueo al que Obiang ha sometido a su propio pueblo es impresentable, mientras es recibido con todos los honores en las instituciones democráticas europeas.
Guinea, como Nigeria, Liberia, Zambia, Zaire y otros estados africanos, están en manos de sátrapas que se quedan con inmensos beneficios que generan los diamantes, el petróleo, el gas natural o el coltán. La población mientras tanto, se muere de hambre y maquina subirse en un cayuco cuando logre llegar a las costas de Senegal. Algunas caminatas duran años, y luego el desafío del mar.
Y Europa, cruzada de brazos, pero algo tendrá que hacer, porque una rebelión puntual en cualquiera de esos países es sólo una anécdota para lo que sin duda ocurrirá tarde o temprano. El que avisa no es traidor.

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Nos hemos acostumbrado a la muerte

gal183-13[1].jpgLo más terrible de las muertes en patera y cayuco es que ya nos hemos acostumbrado a ellas. Saltan a la actualidad, pero son noticias que se diluyen en un instante. Es terrible ver cómo tenemos distintas varas de medir las tragedias, dependiendo que quiénes se vean involucrados en ellas. Ocurre con desapariciones (ahora asesinato) como el de Marta, la chica sevillana que ha captado la atención de todos, incluyendo la selección española de fútbol.
Y eso está bien, es lo que debería ser siempre, y nos olvidamos de que los 21 cadáveres que hay en Lanzarote en el momento de escribir esta nota son otras tantas tragedias que cambian el horizonte a familias enteras, quien sabe si a poblados completos de cualquier lugar de la martirizada África. Al final, son sólo números, estadísticas y gráficos en una rueda de prensa.
Alguien dijo que tanto daño hacen los que callan como los culpables directos. Mientras en Canarias, en España y en la UE este asunto siga siendo piedra arrojadiza de la lucha partidista nuestras playas continuarán siendo la tumba de las esperanzas de todo un continente. Por eso no podemos callar.
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(La foto es de Borja Suárez, publicada en este periódico en 2005)

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La mujer del César no parece honesta

Ya conocen la máxima latina: «La mujer del César no sólo debe ser honesta, también debe parecerlo». Y eso es lo que ocurrido con la ya machacada cacería de Jaén. Presuponiendo la honestidad de los personajes implicados, estos deberían tener más cuidado con sus palabras, sus gestos, sus compañías y sus actos. Lo mismo que un ministro nunca aparece en un acto oficial con vaqueros y cazadora (que podría), también debiera estar más atento a otros protocolos.
ciervo.JPGLa caza fue un modo de vida, pero hoy es un deporte. Dicen que si no se autorizara la caza menor estaríamos hasta arriba de conejos, pero con la caza mayor es otra historia, porque los muflones y los venados que se suelen cazar en los cotos privados han sido criados para eso y soltados para que se les pegue un tiro. Para mí es algo incomprensible.
Como a Manuel Vicent, no me entra en la cabeza que un magistrado disfrute matando animales indefensos, y tampoco un ministro de Justicia. Él dice que ver a un ministro de Justicia matando jabalíes es como ver al de Sanidad borracho, y yo añado que sería como encontrarse al Jefe de la Policía quemando papeleras o a un profesor escupiendo por los pasillos de un colegio. No lo entiendo, y menos aun las palabras con las que pretenden defender lo indefendible.
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¿Dispararía usted contra el animalito de la foto?