Publicado el

Los niños de Gaza

Hoy es Día de Reyes, y por lo tanto la jornada más importante del año para la ilusión de los niños de nuestro espacio cultural. Ha habido definiciones sobre los niños para todos los gustos, desde los clásicos que decía que era un hombre en miniatura -ya se ha visto que no es así- hasta el humorista Gila que los definía como «locos bajitos«, y que luego sería el tema de una canción de Serrat.
niños Gaza.jpgY la ilusión de nuestros niños choca con el desgarrador testimonio que vemos en estos días en todos los medios. Los niños de Gaza reflejan en sus miradas aterradas y confusas el horror de la guerra, sus caras ensangrentadas son una negación de los valores más altos del ser humano, y sus cadáveres una vergüenza para toda la Humanidad.
No hay razón humana que justifique la guerra, y menos aún el sufrimiento, el terror y la muerte violenta de un niño. Gaza es hoy un espejo de lo cruel que puede llegar a ser el hombre, amparado en teorías políticas, que son coartadas tan vergonzosas que no sé cómo hay quien tiene la cara tan dura como para esgrimirlas. Decir que es un daño colateral suena a una burla macabra. En este blog se dice que pretendo hablar de la diferencia que hay entre un hombre y un tigre. La hay, y muy clara: los tigres son mejores personas.
***

(La foto está tomada del blog «Realidad Alternativa»)

Publicado el

Carta imposible

Hace mucho tiempo que dejé de creer en los Reyes Magos, y si lo pienso bien me parece que siempre supe quiénes era. Tal vez por eso no tengo mucho apego a la monarquía, y tampoco a las sibilas, adivinadoras y chamanes, porque tampoco está claro que los tres que venían de Oriente hacia el portal fuesen reyes de un reino o magos de vaya usted a saber que tendencia.
durero.jpgEncima hay investigadores que aseguran que en realidad eran cuatro, pero que uno se perdió, con lo cual la estrella de Belén parece menos fiable que el GPS.
Y aunque no creo en ellos, quiero creer, porque si no ya no sé a quién pedir que ponga su mano para acabar con tanto disparate. La invasión de la franja de Gaza es algo que terrible, y no entiendo quién gana con tanta sangre, y qué gana. Si de verdad existen los Reyes Magos, yo quiero una señal, y esta es que pare ya tanta crueldad inhumana. Tampoco me entra en la cabeza que ni Estados Unidos, ni la UE ni la ONU sean capaces de parar la guerra. O sí lo entiendo, pero preferiría no comprender porque de lo contrario sentiría vergüenza.
***
(El cuadro es la Adoración de los Reyes Magos, cuyo autor es Alberto Durero)

Publicado el

DOMINGOS IM-POSIBLES (II)

Cine a fecha fija
No recuerdo si antaño, cuando la televisión aún no era la dueña de nuestras vidas, los cines programaban películas especialmente navideñas. Si recuerdo que en Semana Santa nos ponían año tras año Los Diez Mandamientos, Espartaco y toda una lista de películas que llamábamos «de romanos», aunque tratasen de griegos, egipcios o babilonios, y que en la mayoría de los casos nada tenían que ver con la crucifixión y muerte de Jesucristo. Las había, eso sí, que como La túnica sagrada o Rey de reyes sí trataban del tema, o aparecía en la resolución de la historia como en Ben-Hur.
El caso es que nos colocaban películas sobre el mundo antiguo en Semana Santa, fuesen Jasón y los argonautas, Hércules o ¿Quo vadis? Cuando la televisión comenzó a generalizarse, copió este tipo de programación, y metió la Navidad en su escaleta. Y por razones que desconozco, en alguna cadena emiten Lo que el viento se llevó, que no sé yo qué tiene que ver con la Navidad.
quebelloesvivir.jpgSiguiendo esas reglas, en la noche de fin de año debieran emitir Havana, pues narra la noche del 31 de diciembre de 1958, cuando los castristas entraron en La Habana y derrocaron a Fulgencio Batista, o Memorias de Africa, donde Robert Redford besa por Año Nuevo a Meryl Streep. De ese modo, tendríamos un canal en el que emitiesen una especie de efemérides cinematográfica, pero no lo hacen, y siguen conservando ese sabor antiguo en la Semana Santa y nos cuelgan las mismas películas en Navidad, aunque nada tengan que ver con estas fiestas. Y es que, para Cuento de Navidad, el de Dickens, pero, mira por donde, esa no la ponen nunca, y por el contrario casi siempre cae Mujercitas, que si se relaciona con la Navidad es acaso por el paisaje nevado que rodea la casa de la chicas.
No, no me he olvidado, ya sé que la película navideña por antonomasia es ¡Qué bello es vivir! el magistral film dirigido por Capra y en el que James Stewart borda una de su mejores interpretaciones. Es una especie de cuento de Navidad, con un malvado tremendo y unas pobres gentes que están a su merced. Ahora vendría bien, puesto que el malvado es un avaro terrible y quien salva al pueblo es un banquero que está al borde de la ruina. Esta película se la pondría yo en sesión continua a los consejos de administración de esos bancos que han desencadenado esta crisis, a ver si aprenden lo que es la misión social de un banquero.
Nadie puede discutir la calidad de ¡Qué bello es vivir! Sin embargo, en lugar de repetírsela a los banqueros nos la repiten a nosotros cada Navidad (algunas, yo he visto que la han programado en varias cadenas) y, la verdad, a veces se vuelve inaguantable. Y es que esa película la hemos visto durante años junto a personas queridas que luego no están, porque viven lejos o simplemente ya no viven. Hace ya muchas navidades que cambio de canal cada vez que me tropiezo con esta hermosa película, pero es que me la sé de memoria y me trae recuerdos dolorosos, porque funcionamos con los reflejos condicionados (los sentimentales también).
Y, aunque la repitan hasta el cansancio, qué gran película es ¡Qué bello es vivir!