Venezuela
No tengo ni idea de lo que diría Francisco de Miranda si viese por el agujero de una llave la Venezuela actual. Tampoco sé qué pensaría Bolívar, ni lo que dirían el sabio Andréz Bello, el insobornable Rómulo Bethencourt y el genial Rómulo Gallegos. El chavismo ha llegado a Venezuela por la urnas y se mantiene por las urnas, pero dicen que la mujer del César no sólo debe ser honesta, también debe parecerlo, y las bravatas de Chávez hacen que no sea un hombre creíble, porque sus payasadas televisadas quitan la razón al discurso igualitario que dice pretender el chavismo.
Y ahí está el problema, el chavismo, como el castrismo, el peronismo, el porfirismo, el sandinismo y todos los ismos latinoamericanos que se miran en un caudillo, esperando a alguien que venga en un caballo blanco a sacarlos de la miseria. La democracia es otra cosa, incluso puede ser lo que dicen los chavistas, pero sin Chávez, y no se puede invocar a las urnas cuando se dice en el Estado de Carabobo, donde nació la independencia, que si gana la oposición en las elecciones él, el caudillo, sacará los tanques a la calle.
Con respecto a Venezuela no creo a nadie, porque la fanfarronada vale lo que un barril de petróleo de Maracaibo, ayer a 140 dólares, hoy a la tercera parte. Con esas premisas no se puede esperar democracia, y lo que se colige de todo esto es que Venezuela está muy jodida, primero con los corruptos que la han vaciado durante décadas y ahora con los que dicen defender la igualdad.