Agaete no es un lugar cualquiera, es posiblemente el pueblo más especial de todo el archipiélago. Alguien que conocí, y que no era nativo del pueblo, me decía que cuando muriese querría ser enterrado en Agaete, porque el Valle es lo que queda del Edén.
También decía que el Cielo, si existe, tiene su puerta en Agaete, que para eso Dios ha puesto allí el dedo de roca que señala el camino. Hoy el dedo se ha roto, pero la roca sigue señalando al cielo. Decía este hombre no ser creyente porque no le cabía en la cabeza que Jesucristo naciera en Palestina; si de verdad era Dios, tenía que haber nacido en Agaete, que es el único lugar del mundo donde merece la pena pasar la aternidad.
Y en Agaete fue enterrado, aunque estoy seguro de que hoy se ha despertado con la diana, bailará La Rama hasta el puerto de Las Nieves y volverá a su descanso eterno (hasta el año que viene) después de la retreta. Y es que La Rama es una fiesta ancestral que hace levantar a los muertos. Y es que agosto significa Agaete.
(El Dedo de Dios ya no está, pero como si estuviera)
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Fázi, fázi…