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Caminos reales

El término camino real, en la actualidad aplicado genéricamente a los caminos tradicionales, debe limitarse exclusivamente a aquellos caminos de propiedad real que unían lo grandes núcleos de población. reales-caminos.jpg
Su origen se remonta al reinado de los Reyes Católicos, momento en el cual el hecho de que el centro de la monarquía no se encontrara nunca en una capital fija, sino en las propias personas de los reyes, es un dato fundamental.
Los reyes procuraban administrar justicia de forma directa, y la pacificación en el interior la lograron a fuerza de multiplicar su presencia a lo largo y ancho de todo el territorio. Prácticamente no hubo localidad peninsular, ni grande ni pequeña, que no visitaran, o por la que al menos no pasara una comitiva.
Esa ubicuidad real fue la clave de la creación de un ágil sistema de comunicaciones, de una red de caminos reales.
A las islas nunca llegaron los reyes, pero sí sus representantes directos, y el proceso de creación de vías de comunicación «reales» se dio de igual forma, uniendo en el caso de Gran Canaria aquellos núcleos poblacionales de mayor importancia tras la Conquista.
Los «caminos reales» gran canarios eran los que enlazaban Las Palmas con Gáldar, al Noroeste, y con Telde, al Este. En la actualidad se encuentran prácticamente desaparecidos, a excepción de pequeños tramos, que poseen un gran valor histórico y cultural.

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Caminos de herradura

Caminos arreglados para el paso de un animal de carga. Unían los principales enclaves agrícolas con los núcleos de población secundarios. Formaban una gran red de comunicaciones, sobre todo en el sector de medianías de toda la isla y su origen estuvo muy condicionado por la abrupta orografía. Herradura.jpg
Solían estar empedrados y contar con canalizaciones y zonas de descanso (cruces, fuentes, etcétera). Su ancho medio variaba de dos a cuatro metros en aquellos que unían entidades de cierta importancia, y entre uno y dos metros los que comunicaban asentamientos menores.
Muchos de ellos aún se conservan debido a la agreste topografía del terreno por el que discurren, que dificulta su transformación en pistas o carreteras.
En su conjunto forman la mayor parte de los caminos empedrados conservados en la actualidad.

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Caminos aborígenes de Gran Canaria

Comenzamos este artículo haciendo referencia a unos de los autores que en los últimos años se ha caracterizado por estudiar en profundidad y de manera rigurosa, los caminos en todas las islas de Canarias.
Se trata del profesor de la ULPGC, doctor en Geografía, Claudio Moreno Medina. Los textos que hemos seleccionado han sido publicados; o bien, en su tesis doctoral, en su tesis de licenciatura o, en su libro «Los caminos de Gran Canaria» (Ediciones del Cabildo-1997).aborigenes-canarios-B.jpg
Aunque no se ha elaborado aún el mapa de los caminos aborígenes, son pocas las crónicas que hablan de ello. La historia caminera comienza con las innumerables sendas y veredas que la población prehispánica trazó en la agreste orografía. La red de caminos se limitaba a senderos angostos que serpenteaban el territorio al servicio de su economía agrícola y ganadera. En cuanto a las técnicas de construcción sólo se conoce la utilización de esporádicos muros de piedra seca y escalones labrados en la roca, como aún hoy se pueden observar por ejemplo en la cara Norte del Roque Bentayga. Los caminos eran muy rudimentarios, sobre todo, porque al desconocer la rueda y no disponer de animales de carga o tiro no tenían necesidad de acondicionar mejores vías.
Del período prehispánico no se tiene conocimiento

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