Me encanta el pueblo de Fataga. Enclavado en un paraje de montaña, rodeado de exuberantes palmeras canarias, con sus románticos callejones propios de un núcleo poblacional compacto siguiendo unas pautas de respeto a los cauces de barrancos.
En su día fue una auténtica fortaleza cuya conquista resultaba casi imposible.
Inexpugnable.
El visitante al llegar a Fataga y caminar por sus estrechos e intrincados callejones recuerda a otros pueblos de la España castellana y medieval donde las construcciones se apiñan en torno a la iglesia y/o a la plaza principal. Y es que Fataga tiene unos antecedentes muy primitivos.
Fue citado en las crónicas de la conquista en una de las incursiones del gobernador Pedro de Vera y el capitán Miguel Muxica: «E dense el cinco días del mes de noviembre (1482) (sic) fueron a un lugar, que es dentro de las tierras que se llaman Fataga, donde los canarios decían que ningún cristiano podía llegar, y al lugar se entró por fuerza e la gente no se pudo tomar por una muy gran sierra que estaba junto con el lugar donde se acogieron: y allí murieron tres canarios e una mujer que por su voluntad se despeñó e allí se quedó mucho trigo e cebada».
Hasta el siglo XVIII Fataga era la segunda población en número después de Tunte, pero paulatinamente y con la creación de los núcleos costeros de Maspalomas y Juan Grande, fue perdiendo este poblamiento. Su ermita la finalizaron los vecinos en el año 1896 con la imagen de San José convertida en parroquia en el año 1924.
Fataga ha recibido varios premios por el tipismo de sus construcciones acorde con las características de la arquitectura tradicional canaria sumado todo ello, al singular palmeral y a las abruptas montañas del entorno. Pero también el visitante puede contemplar las fértiles tierras de Fataga escalonadas en sus aledaños, que producen gran cantidad de frutas, sobre todo el albaricoque que es muy apreciado. (CAZORLA LEÓN, S. Los Tirajanas de Gran Canaria. 2000).
Lo último de origen belga.
Con una población de alrededor de 200 personas, Fataga pertenece al municipio de S.B. de Tirajana. Hace cinco años llegaron al pueblo Jorge y Catalina, procedentes de Bélgica. Unas personas que han generado una dinámica vecinal y grupal muy interesante.
Comenzaron con regalos de macetas decorativas trabajando el barro. Crearon unos hermosos cartelitos para las fachadas de las casas, impulsan talleres manuales de artesanía. Su predisposición ha generado todo un modelo participativo comunitario que, actualmente, el visitante disfruta al recorrer las calles del pueblo. Las personas con las que hemos hablado están recuperando su amor por su pueblo y sus casas.
Fataga merece una visita, merece tu reconocimiento.
Fuentes:
Fuentes orales y libro «Descubriendo Gran Canaria: 25 rutas a pie» (2004).
Fotos de este autor: n. º 01, 02 y 03 = algunos ejemplos de los detalles decorativos que podemos ver en las calles de Fataga. N. º 04 foto del pueblo de Fataga con las montañas circundantes.
Cómo citar este artículo de autor ©: MONZÓN SANTANA, ÁLVARO J., extracto del blog «ventana verde» del C7 y de su libro Descubriendo Gran Canaria. Telde, 23 de octubre de 2018. Fotos propiedad de ©: MONZÓN SANTANA, ÁLVARO J.
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