Aunque a veces dé mi opinión sobre temas de actualidad, no soy una experta en política, tampoco soy científica, ni médico, ni analista económico, ni todas esa cosas que de manera tan ridícula, se les asigna (junto al “capitán a posteriori”) a los que dando su opinión desde que nos invadió el virus y apartándose un poco, o un mucho, de lo que se considera la opinión correcta, la válida, desde un sector que se cree en posesión de la verdad, con patente de corso para opinar sin considerarse ellos mismos capitanes a posteriori. Como decía, doy mi opinión sin ser experta en nada, solo una ciudadana libre que sí se cree con el derecho y la libertad de poder darla.
¿Capitán a posteriori? Sí. Y con mayúsculas. ¿Por qué? Porque recuerdo, cuando llegamos a la fase cuatro, o a la cinco, ya no sé ni cuántas había, alguien soltó por ahí “a ver qué dicen ahora los capitanes a posteriori que va a pasar”. Estuve a punto de contestar, e incluso de escribir, para dejar constancia de la fecha de mi opinión, pero no lo hice. Y no lo hice porque “me importa un rábano” lo que puedan decirme los que me tachan de fascista por decir en marzo que debíamos llevar mascarilla, porque me importa bien poco que me vuelvan a llamar no sé qué a posteriori. Pero ese mismo día, ante lo que veía que estaba ocurriendo en Canarias: “Vamos a ser el laboratorio”, “¡No! ¡No somos conejillos de indias!”, “Entonces, vamos a ser los primeros en abrir porque aquí estamos libres del virus”, y todos aplaudiendo porque ya no eran laboratorio porque suena mejor ser los primeros, pensé que las prisas, la falta de estrategia y previsión, no iban a llevarnos a un buen resultado.
Fuera lo que fuera, me parecía muy bien y muy necesario, por la salvación económica de nuestras islas. Y teníamos todo a nuestro favor para ser el principal destino turístico de toda Europa. Casi el único. Pero desde el principio, todo, todo, se hacía mal. Todo se hizo mal. ¿A posteriori? Sí. A los hechos me remito. Hace ya semanas que se veía venir. Hace semanas que la imagen que dábamos era de descontrol absoluto. Se nos llenaba la boca diciendo que aquí no ocurría lo que en la Península pero ¿qué se hizo para hacer esa distinción real y visible para Europa? Desde el Gobierno de Canarias se hablaba de PCRs, en origen o en destino, de corredores seguros, pero nada de eso se llevó a cabo. Anuncios de playas paradisíacas y palabras, muy bonitas, pero no imágenes de control. Ni control, de hecho. ¿Ahora? Tarde. ¿Dónde estaban los planes y las medidas que se anunciaron para evitar, precisamente, lo que nos está ocurriendo? ¿Dónde está el plan turístico específico para Canarias? Ya es tarde. Sí. Muy tarde. Solo tienen que leer la prensa británica y enterarse de lo que está ocurriendo allí. Un verdadero caos. Cancelaciones sin vuelta atrás. Cientos. Miles.
Ojalá podamos algún día llamar a nuestros políticos capitanes a priori y no tener que llamar a nadie no sé qué a posteriori. Ojalá no fuera tan tarde.