Escena:
Entrada de un gran centro comercial. Entran seis adultos. El personal de seguridad estaba distraído. Los seis adultos pasan olímpicamente de ponerse el gel hidroalcohólico. Una joven de unos diecisiete años, se queda parada y, asombrada, lo comenta en alto:
– Eh…qué pasa aquí…y luego dicen que somos los jóvenes…¡Oigan! Por favor, tienen que ponerse el gel para entrar…
– Jajaja…y tú quien eres. Cállate anda…
La joven, se queda callada.
Es cierto que son los jóvenes, unos jóvenes, los que se dedican a saltarse las normas, a hacer botellón, a contagiar como si fuera un juego de la play. Pero no son todos. Y si de responsables hay que hablar, habría que pensar en los adultos que han educado a esos jóvenes. Una educación carente de valores, de respeto, de disciplina.
Sí, son muchos jóvenes pero por suerte, no son todos. También son esos adultos que no han sabido educar y que, posiblemente, también incumplan las normas porque mientras no les toque de cerca, eso, o lo que sea, no va con ellos.
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