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Historias de Tokio: El comienzo II

Sí recuerdo la entrada a mi primer hogar. Nunca antes había salido de la casa de mis padres. Por eso, aquellos quince metros cuadrados, aquel baño oriental, aquel tatami, aquel frío infernal, aquella…falta de casi todo a lo que estaba acostumbrada, me pareció maravillosa.
Lo que más sorprende al extranjero en Tokio, por lo menos fue lo que me ocurrió a mí, es que te imaginas viviendo entre rascacielos y casi con coches volando y circulando por autopistas celestiales. Y sí, existen esos rascacielos y falta poco para esos coches voladores, pero a no ser que seas un alto ejecutivo americano enviado a Tokio con todos los gastos pagados o un directivo de Sony, los rascacielos los ves desde abajo, o si te permites un día el lujo de ir a comer a uno de esos restaurantes de la planta 55, en Shinjuku, en un ascensor que tarda tres segundos, y desde donde ves toda la ciudad si dejas volar tu mente e imaginación más allá de las luces que se van difuminando en el horizonte. En un restaurante como ese fue decidido el nombre de Yui.
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Historias de Tokio: El comienzo I

Cuando llegué por primera vez a Tokio, no de vacaciones, sino a vivir allí (ya había estado una vez), en realidad no sabía lo que me iba a encontrar. Hacía un mes aproximadamente que había decidido dejar mi trabajo en Oviedo, coger las maletas e irme a Inglaterra a «probar fortuna» con mi inglés patatero. Una vez allí (con varias aventuras que ya contaré), recibí la llamada de Jin. Me urgía a ir en el plazo de tres o cuatro días. Tenía un trabajo para mí pero era imprescindible ir a Tokio ¡ya! Llamé a mi madre que, a pesar de que quería que me fuera, le parecía una locura. No el irme a Japón, no, el irme con tanta premura, sin volver a España, como ella decía, a cambiar la ropa de invierno por la de primavera (bonita forma de decirme que querían verme antes de partir al lejano Oriente). Y volví. En tres días me despedí de todos los que pude. Mis padres me pagaron el billete y mi amiga Beatriz me acompañó a la estación de los ALSAS con mi supermaleta. Pasaría esa noche en Madrid, en casa de mi abuela, que me acompañó al día siguiente al aeropuerto (jo, había olvidado estas cosas). Ya conté en otra ocasión que tuve que pagar un montón, 60.000 pesetas, por exceso de equipaje. Continuar leyendo «Historias de Tokio: El comienzo I»

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KIOTO, 24 horas, un día, una Vida

Tokio, algún día del 2001
Prácticamente acababa de llegar. Todo ocurría muy rápido. Todo pasaba deprisa. Luces, símbolos, gentes, incluso el «tren bala» que nos había llevado hasta allí a más de 200 Km/hora, y en dos horas y treinta minutos, Kioto…
¿Podré ver alguna geisha? ¿Iré a esos templos mágicos, casi de ensueño, que hemos visto en alguna postal?…Caminando llegamos hasta el hotel en el que íbamos a pasar tres días. Un hotel económico, como su propio nombre indicaba: «Econo-Inn». Un yukata * y unas zapatillas que me pongo ilusionada mirándome al espejo ¡parecía una geisha!
Tras una ducha rápida nos preparamos para salir. El día estaba gris, húmedo. Una fina lluvia, casi imperceptible, que incluso agradecía ¡hacía tanto calor! Salí a la calle casi saltando, casi volando, ansiosa de recibir a esa ciudad que siempre había estado tan lejana y que ahora el destino ponía ante mí.
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