La llegada del COVID-19 ha abierto un nuevo debate sobre la función de los plásticos en el packaging de los alimentos. Mientras que algunos piensan que ahora más que nunca el plástico es vital en la cadena agroalimentaria para proteger los alimentos de ser contaminados y de perecer; otros apuntan a la pandemia como causa imprescindible para cesar su uso, alegando que este puede potencialmente actuar como portador de microorganismos patógenos.
¿Debería el plástico ser considerado como un utensilio fundamental a la hora de preservar nuestros alimentos de la superficie y el deterioro? ¿O contrariamente el plástico actúa como villano proveyendo al virus potencial de una superficie en la que establecerse? Si un consumidor compra un plátano en un supermercado, ¿Estará el plátano más seguro dentro o fuera de una bolsa? Estas son sólo algunas de las cuestiones que han surgido a raíz del debate.
Por el momento, no existe evidencia de packaging alimenticio estando relacionado con la transmisión del COVID-19, según las agencias de estándares para la alimentación europeas y estadunidenses.
Sin embargo, el pánico ha seguido causando estragos en el comportamiento de los consumidores. Los supermercados no sólo han experimentado el agotamiento masivo de existencias en productos de primera necesidad, sino que también han monitorizado nuevas conductas en relación con el packaging. En Italia, por ejemplo, la compra de mandarinas ya empacadas incrementó en un 111% en la semana del 8 de marzo en comparación con el mismo periodo un año atrás.
En 2021 entrará en vigor la prohibición por parte de todos los estados europeos de cualquier tipo de utensilio de plástico de un solo uso tales como cubertería o bastoncillos de algodón, entre otros. El Reino Unido, por su parte, ha anunciado impuestos sobre envases de conteniendo menos de un 30% de plástico reciclado, en concreto, £200 por tonelada de envases.
El director de plásticos y envases flexibles en la Federación Británica de Plásticos ha afirmado que, debido a la situación actual, la demanda de plásticos de un solo uso ha aumentado de manera considerable ya que estos están vistos como una mejor opción desde un punto de vista higiénico. No obstante, un estudio publicado el 13 de marzo ha evidenciado que el virus puede perdurar en superficies duras como el plástico y el acero inoxidable unas 72 horas.
El debate ha llegado también a Estados Unidos, donde se ha hecho llegar una carta al gobierno haciendo referencia a cuatro estudios que señalan que las malas de la película son las bolsas de plástico, capaces de portar microorganismos y propagarlos al ser reutilizadas.
Lo cierto es que, por el momento, ni siquiera la ciencia ha podido aproximarse lo más mínimo a una opinión sólida. De hecho, incluso aquellas partes que históricamente han apoyado movimientos destinados a la reducción de plástico se encuentran en un estado de confusión.
El mensaje más acertado debería ser que los consumidores posean su propia bolsa y sean lo más prudentes posibles durante su uso, evitando reposarla en superficies de potencial contaminación, y lavándose las manos.
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