¿Quién es el hombre que fue capaz de darnos tanta miel como quisiéramos y por qué pienso que debería estar enfadado? Para ello comencemos este post con una breve pero bonita historia, la de Anton Janša, el pionero de la apicultura moderna.
Éste comenzó siendo un entusiasta de la pintura, logrando ser admitido durante su juventud en la prestigiosa Academia de Bellas Artes en Viena, la misma que denegaría el acceso 139 años después a Adolf Hitler.
Durante sus años dedicados exclusivamente a la pintura Anton no había mostrado aún interés por los pequeños vectores, aunque esto sólo se mantuvo hasta el momento en que su padre montara la centésima colmena de abejas en su jardín, suceso que impresionaría al jóven, comenzando a interesarse por ellas.
Tal fue su implicación a partir de entonces que estuvo trabajando durante todo 1769 como apicultor en su jardín, perfeccionando muchos de los métodos y técnicas de la época y asistiendo a las charlas que se impartían en su pequeña localidad de Breznica sobre agricultura y apicultura. Además, encontró el equilibrio entre su pasión por la pintura y el entusiasmo por las abejas, culminando en las pinturas decoradoras de los frentes de sus colmenas.
Tan sólo un año después, Janša era ya profesor de apicultura en su ciudad, había escrito un libro, poseía colmenares en los jardínes imperiales de Augarten y viajaba por toda Austria dando conferencias sobre esta curiosa práctica.
Tras su repentina muerte por tifus, la emperatriz María Teresa de Austria promulgó un decreto en el que obligaba a todos los profesores de apicultura a usar los libros de Anton. Esta importante figura pasaría a la historia como el padre de la apicultura por haber aportando al mundo no sólo la innovación y el conocimiento alrededor de la práctica sino también increíbles pinturas que aún pueden visitarse en su propio colmenar en Breznica.
Cuento esta historia porque el pasado día 21 de mayo fue el Día Mundial de las Abejas (World Bee Day), celebración que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha querido usar para transmitir el mensaje de que «Las abejas deben de estar protegidas para garantizar el futuro de la alimentación humana».
Por ello, trataré este tema en base a dos citas del propio protagonista de nuestra historia, Anton. Una de ellas es: «Las abejas son un tipo de mosca, trabajadora, creada por Dios para proporcionar al hombre toda la miel y la cera necesarias».
Quizá ponga en duda quién o qué ha sido el que creado tan curiosos seres, lo que no cabe duda es que las abejas si que son trabajadoras, tan trabajadoras que han sabido proporcionarnos durante siglos los mencionados y tan provechosos materiales.
Otra de sus citas es: «Entre todos los seres de Dios no hay ninguno que trabaje y sea tan útil para el hombre con tan poca atención necesaria para su mantenimiento como la abeja».
En este caso (de nuevo dejando a un lado el tema religioso) quiero ampliar el radio de la cita no sólo a la propia producción de miel y cera (que es por lo que son conocidos estos vectores), sino a la otra increíble función que estas ejercen por si solas, sin necesidad de atención humana, hablo de la actividad polinizadora, una actividad estrechamente asociada a la producción de alimentos y que es esencial para el desarrollo de numerosas plantas y árboles.
Y es que según ha explicado la FAO en la celebración del World Bee Day, del 90% de los 100 cultivos principales con los que se abastece la humanidad, hasta un 71% de ellos son polinizados por las abejas, cuya actividad se traduce en seguridad alimentaria y un valor económico que supera los cientos de millones de euros.
La FAO advierte que el número de polinizadores además de su diversidad han disminuido en las últimas décadas y que las evidencias muestran que las causas principales son las actividades humanas y el cambio climático, de ahí que se abogue por las prácticas agrícolas sostenibles como la agroecología, ya que ayudarían a proteger a las abejas reduciéndose la exposición a pesticidas y diversificando el paisaje agrícola.
En este sentido la FAO ha puesto en marcha el Código Internacional de Conducta para la Gestión de Plaguicidas como un marco para definir las mejores prácticas que puedan ayudar a disminuir la exposición de los polinizadores a los pesticidas.
Sobre la ceremonia, ésta se celebró en la localidad eslovena protagonista de nuestra historia (Breznica). Concluyo este post con un vídeo destinado a concienciar a la humanidad sobre el peligro que corren los polinizadores hoy día (enlace).
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