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Siempre buscando culpables

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La nevada que ha caído sobre Cataluña ha puesto una vez más sobre la mesa los modos de este país. Por una parte, los políticos de la oposición echan las culpas a quienes tienen ahora la responsabilidad de gobernar, como si una nevada masiva y por sorpresa fuese culpa de quienes gobiernan. Estos también han cumplido fielmente su papel, echando balones fuera e incluso llegando a culpar a los ciudadanos por salir de casa, que es una vieja costumbre que tiene la gente cuando tiene que ir a trabajar.
aniev.JPGEn el suroeste de Francia, es decir, a continuación de Cataluña, en La Cerdaña y el Rosellón, el temporal de nieve fue idéntico, ocupó muchos minutos en los informativos franceses con imágenes parecidas a las de nuestros telediarios, y curiosamente la oposición no culpó a nadie y los gobernantes tampoco trasladaron responsabilidades a los ciudadanos. Estoy convencido de que el día que reviente un volcán también será culpa del gobierno de turno, así es España, un país educado en la culpa y por lo tanto siempre tiene que haber un culpable hasta del frío y del calor.

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¿La vida es sueño?

alugosi.JPGSus biógrafos afirman que Johnny Weissmüller acabó creyendo que era Tarzán de los Monos y que Bela Lugosi murió convencido de que era el mismísimo Conde Drácula. Pero eso no sólo pasa con los actores pues cada persona es a la vez personaje, y a menudo interpreta a más de uno, sobre todo si tiene presencia pública. De otra manera, ya lo dijo Calderón en el monólogo de Segismundo, de La vida es sueño: «…Y en el mundo en conclusión / todos sueñan lo que son…»
Y tal vez haya que creerse el personaje, porque no un corredor de Fórmula 1, una estrella de rock o una ilustre neurocirujana tiene que creer que lo son, porque si no fuera así no serían capaces de conducir a esa velocidad, salir a cantar ante miles de personas o abrirle el cerebro a un paciente. Creerse lo que uno es -o debe ser- da confianza.
Lo que pasa es que a veces el asunto se excede, y yo entiendo que un ministro tenga que creérselo para poder asumir esa responsabilidad, pero cuando ya no lo es no se cree ministro. Por eso me pregunto los ex-presidentes de Gobierno se creen en la obligación de intervenir públicamente cuando ya no ocupan el cargo, porque siguen creyéndose presidentes, o incluso más. O lo sueñan, como en la obra de Calderón.

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Leyes, normas, prohibiciones

Cuando hablamos de Estado de Derecho supongo que pensamos en un estado regido por leyes que son iguales para todos. Y es verdad que las leyes son iguales según la letra, pero luego vienen las interpretaciones, los prejuicios y los abogados de minutas carísimas. Pero es que, además, la mayor parte de las leyes aplicables a las personas son para prohibir algo, so pena de recibir una sanción.
apantal.JPGMenos mal que, desde la Revolución Francesa, todo el mundo es inocente de entrada, y es el ministerio público el que tiene que demostrar con pruebas que es culpable. Antes era al revés, eras culpable y tú tenías que demostrar tu inocencia, asunto muy complicado, porque a menudo sólo tienen coartada aquellos que la necesitan, porque, por ejemplo, no recuerdo dónde estaba yo y qué hacia la tarde del 17 de enero entre las 6 y las 7.
Pero este Estado se empeña en normativizarlo todo: lo que bebes, lo que fumas y un día de estos hasta lo que comes. Acabaremos vistiendo como mande un decreto, según las profesiones, como ocurría con los gremios en la Edad Media, que si eras panadero, aunque hicieras fortuna y fueses rico, no podías vestir seda, porque eso era un tejdo de hidalgos para arriba. Bien está que haya castigo para los criminales, pero es que estamos llegando a un punto en el que legislarán las recetas de cocina. Y tanta norma para nada, porque en el bar de enfrente montan una ruidosa juerga que no deja dormir al vecindario, y no pasa nada. Castigan lo más inverosímil y no actúan cuando va en beneficio de la mayoría.